Opinión

Castigado y ofendido

Castigado y ofendido

Una disculpa para el diablo: no hay que olvidar que hemos oído uno de los lados del caso. Dios ha escrito todos los libros. Fue, según cuentan, víctima de una injusticia, porque solo por un orgullo justificado de no querer arrodillarse ante la última creación de Dios “el ser humano” fue castigado y ofendido, después de su derrota, y dejado en el infierno.

En los años que tenemos existiendo no hemos dado buena cara a Dios, quien tuvo tanta fe en nosotros que castigó a uno de sus hijos y ¿nosotros que hemos hecho para agradecerle la buena fe? Guerra, hambruna, muerte, odio, indiferencia, ignorancia. Hasta crucificamos a Jesús, su hijo.

Al diablo se le pega todo lo malo que hacemos y de que somos capaces. “El me hizo hacerlo, el me influyó”, como si estuviera en nuestros oídos motivándonos a consumir drogas, a robar el dinero del pueblo, a desear una mujer ajena.

Lucifer esta en su trono, calmado y aburrido porque no tiene trabajo alguno en la tierra; trabajamos solos, con nuestra propia motivación y alegoría al pecado; somos tan buenas personas que predicamos versos de la biblia en Facebook como si a alguien le importara.

De lo único que se puede acusar a Lucifer es por tener razón de nosotros, por saber que no merecemos la atención que Dios nos concedió en el principio de los tiempos.

El diablo es un optimista si piensa que puede hacer a las personas peor de lo que son. La ironía está en que podemos orarle todas las noches a Dios y pedirle ayuda y nada sucede. Ahora, si hacemos un mal y pedimos perdón a Dios entonces creemos que está todo bien, una hipocresía.

Lucifer tiene un concepto más claro de las cosas; cuando lo llamamos, él viene, ni con cuernos, ni capa, ni cola, sino como todo lo que hemos deseado, solo preguntando si queremos lo que nos ofrece y aceptamos el precio.

Una vida de lujo por el precio adecuado ¿es justo el trato? Siempre podemos preguntarle al Dr. Fausto.
El diablo, no sé por qué lo llaman el señor del mentiras si es sincero y educado, siempre está dispuesto a venir cuando se le llama y preguntar qué nos gustaría.

Charles Baudelaire decía que el mejor truco del diablo para persuadirnos es hacernos creer que él no existe.

El Nacional

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