Opinión

CATALEJO

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La trepanación de cráneo se practica desde el período neolítico, hace unos 4 mil o 5 mil años, de gran interés para los franceses desde hace un siglo cuando dieron la clarinada de su importancia antropológica. El procedimiento consistía en realizar un agujero de dos centímetros en esa área de la anatomía humana para liberarla de “espíritus malignos”.

Durante la Edad de Piedra, 1000 ó 2000 años atrás, la trepanación alcanzó su máximo  desarrollo en Perú, por lo general como solución quirúrgica a los traumas de guerra.

Por lo visto, el encéfalo ha sido siempre objeto de mucho interés; entonces, no debe extrañar que el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, haya presentado un ambicioso plan para “dibujar” el mapa del cerebro humano.

Con una inversión inicial de casi US$110 millones, se daría inicio a la investigación para desentrañar los misterios del cerebro, mediante neurotecnologías innovadoras de vanguardia.

Mientras eso sucede, en nuestro país los gobernantes insisten en cruentas trepanaciones de cráneo para atiborrarnos el cerebro con propaganda política que distorsiona la realidad dominicana.

Y esa práctica se repite en cada místico funcionario público, como acaba de ocurrir con la fiscal del Distrito Nacional que decidió archivar el expediente contra Leonel Fernández, en un acto de “trance” chamanístico.

Con esa decisión se pretende, en una interacción triádica entre el acusado, la autoridad judicial y la sociedad, dar el último martillazo para entronizar por “saecula saeculorum” la impunidad para delitos de Estado.

Hay que detener, sin más dilación, la corrupción y la impunidad; impedir la práctica de que se pueda disponer de los recursos públicos como si fueran propios y luego continuar como “santo que pasó su día”.

El Nacional

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