Opinión

CATALEJO

CATALEJO

Los celos son una expresión de significativos desajustes en la relación de pareja. Si no son abordados y resueltos, pueden constituirse en la base de lo que hoy se conoce como violencia de género, provocando, además, conflictos legales y perjuicios económicos. Destruirán así la sana relación emocional y darán al traste con la convivencia e integración familiar.

 El lógico reclamo a la fidelidad, generado por “extravíos amorosos” de uno o ambos, es un mecanismo de compensación psicológica cuando se ha lesionado la autoestima del agraviado.

 En nuestro medio, pese a su desequilibrio androcéntrico, el respeto a la fidelidad (en su doble dirección), sigue siendo una condición indispensable para una adecuada relación, si está fundada en el amor.

 Debemos diferenciar entre los celos propios de la infidelidad demostrable y los llamados “celos patológicos”, secundarios a trastornos emocionales menores o a una alteración mental de mayor complejidad.

 Los celos patológicos pueden ir desde la inmadurez de la personalidad hasta alteraciones psicológicas de alta significación  médica, los cuales pueden terminar con los vínculos de noviazgos o conyugales.

 Es común que parejas en conflicto por los celos (por infidelidad real o ficticia), estén sometidas a una relación pendular, caracterizada por separaciones tormentosas y reencuentros “felices”.

 Por lo general, en estos casos encontramos (en un individuo o en ambos), trastornos neuróticos o de personalidad (inadecuada, histérica, pasivo-dependiente, obsesiva y paranoide), entre otras afecciones.

 También, los celos aparecerán en portadores de entidades psicóticas como la esquizofrenia paranoide, trastorno bipolar y en el estado paranoide alcohólico, mejor conocido como “celopatía alcohólica”.

El Nacional

La Voz de Todos