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Catalejo

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Personalidad pasivo-agresiva

 

El entorno de los sujetos con trastornos de personalidad viven en contante presión psicosocial. La pasivo-agresiva consta de dos tipos de reacción: 1) La psico-dependiente y 2) La pasivo-agresiva. En ambos casos, la psicopatología básica es la misma. La ansiedad suele estar asociada al cuadro clínico.

1) La forma pasivo-dependiente. La dependencia de los padres es normal durante la primera infancia. Sin embargo, se convierte en patológica cuando desborda esa etapa de la vida infantil.

Los niños o adolescentes de personalidad dependiente se muestran desamparados e indecisos, sujetos a los demás. Se trata de niños que han sido sobreprotegidos por sus padres, por lo general inseguros.

Estos padres tienen reacciones ambiguas hacia su prole, inhibiendo su desarrollo autónomo en razón de sus propios sentimientos de culpa. Para resolver ese trastorno, debe modificarse la nociva actitud de los padres.

2) Forma pasivo-agresiva. El infante y adolescente presenta obstruccionismo pasivo, ineficacia, indecisión, terquedad y malhumor, rasgos característicos de esta forma de agresividad.

Es frecuente que su actitud sea fruto del resentimiento resultado de un exceso de la demanda paterna. El progenitor espera que su hijo acuse sus demandas, y está preparado para aceptar su hostilidad.

Cuando se imponen castigos excesivos o críticas severas, el niño suele desarrollar conductas hostiles más sutiles, como negarse a comer, sabiendo que esas reacciones pasivo-agresivas no tendrán castigo. De no corregirse el trastorno, puede terminar en una conducta sociopática.

El tratamiento debe procurar desarrollar en el niño forma de expresión más adaptadas y gratificaciones más adecuadas, así como corregir la patológica actitud de los padres hacia su hijo.

El Nacional

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