Opinión

CATALEJO

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Ética y política 1 de 2

 

Hoy más que nunca se hace necesaria analizar ética y política en la República Dominicana, sobre todo cuando las clases dominantes y sus representantes en la sociedad burguesa han separado los mismos en una praxis tan cotidiana, que han hecho de ello una regla en la conducción del Estado.

El tema preocupa desde tiempos remotos, cuando Nicolás Maquiavelo, entre el siglo XV y XVI, profundizó en el análisis de los principados en una Italia desarticulada. Esta realidad es descrita en su obra cumbre, El Príncipe.

En ella contrapone la ética a la política, muy a pesar de que en la actualidad sus defensores a ultranza lo consideran el mejor exponente y prístino de la mentalidad más avanzada de su época.

La comparación entre maquiavelismo y marxismo lleva a pensar en uno de los asuntos más importantes de nuestros tiempos, el de la relación entre política y delito de Estado.

En momentos de crisis y “resquebrajamiento moral”, como ocurre en la actualidad en nuestro país, quienes detentan el Poder sienten una gran atracción por el “comunitarismo” tradicional de la mafia.

Y en ese ámbito de corrupción en esta pseudo-democracia, tratan las infracciones a la ley como se tratan los asuntos domésticos en el seno de la familia, donde la ética y la política no son términos contrapuestos ni excluyentes.

Pero partiendo de realidades donde la ética y la política no son términos contrapuestos ni excluyentes, sino pilares de la conducta humana emancipadora, se debe distinguir entre “hermandad mafiosa” y “fraternidad política”.

Vistos los conceptos desde este ángulo crítico, la asunción indisoluble de los dos primeros términos viene a convertirse en una prolongación de la concepción antigua, clásica, de ellos. De la concepción griega, aristotélica.

El Nacional

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