Opinión

CATALEJO

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Cultura del fraude

 

Las dudas que expresan los partidos de oposición ante el anuncio de la Junta Central Electoral de que pondrá en práctica el conteo electrónico de los votos, desechando el manual que establece la ley, se agigantan por la desconfianza hacia ese organismo, que es acusado de vincularse al partido oficial.
A un posible fraude en este proceso electoral le antecede la reiterada manipulación del voto del caudillo Joaquín Balaguer, que se sucedió a sí mismo durante 12 años, con una pausa, para repetir en 10 años más.

Durante los gobiernos del dictador ilustrado, los soldados salían a las calles con banderolas del Partido Reformista en los cañones de sus fusiles, reprimiendo a sus opositores en todo el territorio nacional.

En 1970, se leían letreros en las calles que decían “Balaguer: 1970-2000”; el régimen obligó al PRD a la abstención electoral, y se hizo acompañar del PDP de Luis Homero Lajara Burgos para legalizar el fraude.

Balaguer obtuvo el 84,7% de los votos; su partido alcanzó la mayoría en el Congreso, con una abstención de un 50%. Los ciudadanos que no tenían en su cédula el sello “votó” eran detenidos por la Policía.

La vocación autoritaria del PLD y lo afirmado por Leonel Fernández de que gobernarán hasta el 2044, crea la desconfianza en unos comicios arbitrados por una JCE que sigue la nociva tradición balaguerista.

Como parte de la cultura del fraude, se financia con fondos públicos a 28 mil militantes del PLD; gastan unos 18 millones de pesos diarios. Sólo en el primer trimestre de este año usaron 772 millones de pesos.

Y la realidad es que el 23% de los votos representa a electores que se benefician de programas clientelares asistidos por el Estado, constituyendo en sí mismo parte de un fraude que no se puede ocultar.

El Nacional

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