El pasado miércoles se cumplieron los primeros cien días de Barack Obama como Presidente de Estados Unidos de América. Y, tal como se anticipaba, han sido cien días de cambio.
Haber heredado la carga pesada de una imagen deteriorada de Estados Unidos a nivel internacional como consecuencia de la guerra en Irak, al margen de la Organización de las Naciones Unidas, y tener sobre sus hombros la recesión económica más fuerte desde la Gran Depresión, han sido los dos factores con que Obama ha tenido que lidiar en el inicio de su período presidencial.
Ha sido muy vasta su agenda, pero, tal como dice el editorial de El País, Obama se ha afianzado como un líder solvente.
Aquí, definitivamente, ha estado la clave: Con su carisma personal, y su extraordinaria oratoria, el presidente Obama ha levantado la confianza del norteamericano en momentos muy difíciles, y la mejor evidencia es que, según las encuestas, hoy goza del 64% de aprobación (la mayor para un presidente norteamericano desde Ronald Reagan).
¿Con cuál de sus antecesores puede ser comparado Obama? El New York Times ha hecho un interesante trabajo, comparando a Obama con los siguientes presidentes: Ronald Reagan, Lyndon Johnson, Richard Nixon, Franklin Delano Roosevelt y John F. Kennedy.
Obama se ha convertido en el presidente de mayor poder de los que han ocupado la Casa Blanca, como consecuencia de la crisis económica. Haber abrazado la política intervencionista, según la teoría económica de Keynes, para reactivar la economía, le ha permitido acumular mucho poder (por ejemplo, haber intervenido en la solicitud de renuncia del presidente de General Motors), y Obama lo ha hecho con destreza y firmeza, pero con humildad. Incluso, a pesar de tener la mayoría en el Congreso, ha tratado de hacer alianzas con sus opositores en determinadas piezas legislativas.
De igual manera, ha viajado por el mundo con un mensaje diferente, no el de la imposición, sino el de escuchar para colaborar en la búsqueda de decisiones globales. Hay que, en ese sentido, resaltar, respecto a América Latina, el cambio de su política hacia Cuba. A pesar de esto, y dadas las prioridades en su agenda, no vislumbro mayores cambios hacia la política exterior en América Latina.
Hay que destacar también que, en estos cien días, ha vuelto una familia a la Casa Blanca. Su esposa, Michelle, ha demostrado que una Primera Dama puede ejercer sus funciones con sencillez, sin exhibir los vestidos de la moda, y con una visión de apertura que hacía tiempo que no se veía en Washington. Asimismo, los Obama han demostrado el lado familiar, atendiendo sus responsabilidades ante sus hijas y la comunidad.
Han sido cien días de cambio. Algunos hubiesen querido que los cambios fuesen más rápido, pero son tantos los desafíos y los retos, que, desde mi punto de vista, Obama lo ha hecho muy bien, y, si tuviera a bien juzgar su desempeño, le asignaría una “A”, excelente.