Opinión

Ciencia y religión

Ciencia y religión

Las clases de religión que se imparten en las escuelas públicas, como resultado del Concordato, constituyen una barrera al conocimiento científico, que debe estar basado en evidencias. Este adoctrinamiento que reciben nuestros hijos es una negación al pensamiento crítico, y además crea confusión en las áreas de las ciencias sociales, naturales y humanidades.

Genéticamente, los niños desde muy temprana edad, vienen programados para acumular conocimientos de una figura de autoridad. El cerebro del niño cree lo que los mayores les dicen: Dios es el padre, el hijo y el espíritu santo; él es tres en uno; en el cáliz están el cuerpo y la sangre de Jesús; Dios está aquí con nosotros. -Donde? – No puedes verlo, pero él te ve y te escucha.

Según Hostos, la educación debe estar fundamentada en la razón y divorciada de todo tipo de dogmas, en particular los mágico-religiosos. La moral religiosa es deformada, está basada en el miedo. – Dios te ama y quiere tu amor, si no lo buscas y lo amas, te castigara con el fuego eterno. Alguna vez te quemaste? Te dolió? …. Si, si, si lo amo.

El mundo fue creado en siete días, hace menos de tres mil años y el primer hombre fue Adán. Si al conocer la Teoría de la Evolución o la explosión del bigban, todavía no te cuestionas sobre los dogmas religiosos que te inculcaron, es que estas profundamente contagiado con el virus de la religión, y además corres el riesgo de pasarlo a otras generaciones.

La biblia como libro de texto sagrado es una colección de leyendas, largamente primitivas, con pasajes sin ningún argumento, con algunos mensajes buenos, pero que a su vez se contradicen entre sí. La homosexualidad y el aborto son actos demoniacos, pero también comer mariscos o no guardar el sábado se castiga con la muerte.

Solo la educación laica en las escuelas del Estado, garantiza que ninguna Iglesia imponga su moral y sus dogmas sectarios a toda la población. De lo contrario resultados como la evaluación (PISA) en ciencias naturales, seguirán repitiéndose y desde luego atribuidos a los misteriosos e inescrutables designios del Señor.

El Nacional

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