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CINE Y SOCIEDAD

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La Huérfana

Todo aquel que se acerque a “La Huérfana” esperando encontrar una película de terror sobre una diabólica niña, adoptada por una agradable familia, saldrá de allí decepcionado. Más allá de una gran cantidad de efectos de sonido y cortes musicales que infieren que algo va a suceder, y sorprendentemente nada sucede, aquí no hay nada que infunda terror.

¿Cómo puede haber terror en situaciones que en realidad lo que provocan es risa?

Por lo tanto, la película a nadie asusta. La historia está presentada más bien en clave de thriller psicológico y de intriga, en el que todo se retuerce y ajusta a las conveniencias del director español Jaume Collet-Serra.

Después de un periodo de depresión y problemas con el alcohol, como consecuencia de haber perdido el que hubiese sido su tercer hijo, Kate (Vera Farmiga) y John (Peter Sarsgaard) deciden adoptar una niña para llenar el vacío emocional dejado por semejante tragedia.

En el orfanato se encariñan con una enigmática y talentosa niña de nueve años, llamada Esther.

Transcurrida la primera etapa de ajuste y en la que todo parecía encajar en su justo lugar, Kate comienza a percibir una presencia maligna alrededor de Esther. Y rápidamente, extraños sucesos incluidos asesinatos, empiezan a suceder. Mientras John no ve nada sospechoso ¿? en esta “encantadora” niña –por favor, no tienen una de menta, porque esta no sabe a nada– Kate teme no sólo por ella, sino sobre todo, por sus otros dos pequeñas hijos.

Debo admitir que hay un apreciable nivel de atmosfera, y que tanto la niña Isabelle Fuhrman –que personifica a la huérfana del título– como la actriz Farmiga reflejan un talento que va más allá de lo que el pobre e inaceptable guión les permite ofrecer. Sin embargo, el film es completamente unidimensional. Se apoya en cuantos trucos y clichés  el género del terror ha producido a través de los años.

“La Huérfana” es larga, –se toma como una hora en poner sus asuntos en perspectiva–tediosa y absoluta y rabiosamente inverosímil. Ah!, y el giro final con el que el director Collet-Serra y los guionistas David Johnson y Alex Mace pretenden sorprender y encandilar al espectador no puede ser más incongruente y estúpido.

El Nacional

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