¿Qué Pasa?

Cine y sociedad

Cine y sociedad

Moonlight

Moonlight, la cual recién ganó el Oscar a la mejor película, es una sobria, delicada y estupendamente bien actuada crónica sobre los avatares de un niño negro en un barrio pobre de Miami, y su lucha por, a medida que se desarrolla en medio del acoso escolar, las drogas y la incomprensión de su madre, definir su propia identidad sexual.

Por lo tanto, y después de concitar el aplauso delirante, a uno y otro lado del Atlántico, nadie osaría decir que se trata de una fallida o decepcionante película.

La historia es intimista, conmovedora, profundamente trágica –sin que haya violencia de por medio, pero sí un pesado fardo psicológico que sólo al cierre encuentra una vía de escape –y el film en general es áspero y su tono narrativo más bien grisáceo, pese a la brillantez de su fotografía.

Ahora bien, una cosa es reconocer los valores del conflictivo y tortuoso recorrido de Chiron, interpretado por tres actores, desde su niñez hasta su temprana madurez, y otra muy distinta, decir que en el trayecto nos hemos emocionado o divertido con el mismo.

Esta historia, cuyo guion es del propio director Barry Jenkins, basado en una sucinta y poco ortodoxa pieza teatral escrita como un proyecto universitario, por TarellAlvinMcCraney –nunca fue publicada ni tampoco llevada a escena –es agreste y despoblada, y transpira una atmosfera pesada, cargada de una repetitiva cotidianidad de la que no hay escape, y de un estado de abstracción casi palpable.

En todo esto hay que dar crédito al director Jenkins, quien no sólo dio forma, rostro y entidad a una historia un tanto dispersa e inconclusa, sino sobre todo, creo un film con una textura visual y un pulso narrativo que golpea fuerte al espectador.

El sentido lirico y opresivo del film –en el que los diálogos no abundan y el ritmo avanza con calculada parsimonia– es casi insoportable.
En otras palabras, el tono narrativo del film es tan seco, árido y directo, y está imbuido además de una perspectiva tan contemplativa y reflexiva que uno difícilmente encuentre deleite en él, o al menos, no de acuerdo a los estándares de diversión comúnmente aceptados.

No obstante, esto no le resta méritos a la película, y por el contrario, resalta la integridad, compromiso y valentía del director Jenkins.

Por supuesto, pone en evidencia también el gran talento de este joven director, tanto en la puesta en escena de una producción compacta, austera y madura, como en la fina y convincente labor del elenco del film.
Al final, si esta es la mejor película del año o no carece de importancia…. Lo que cuenta.

El Nacional

La Voz de Todos