Opinión

Cirugía bariátrica

Cirugía bariátrica

Las complicaciones asociadas a la obesidad y el sobrepeso consideradas como la epidemia del siglo XXI,  han llevado a la clase médica –y a  no médicos- a ofertar soluciones a esta enfermedad, que ataca el corazón, produce diabetes, favorece la aparición del cáncer, dificulta la respiración durante el sueño, produce artritis, baja el rendimiento sexual, lleva a la depresión,  en fin, acorta el período de vida útil al que toda persona aspira.

La educación desde el nacimiento y la prevención de llegar al sobrepeso, sigue siendo la conducta más económica y simple para reducir la enfermedad que hoy afecta a una gran población infantil y ha hecho aparecer enfermedades que antes estaban reservadas para la vida adulta. Insulina, Ghrelina, incretinas, Leptina, Adiponectina, cortisol, catecolaminas, hormonas tiroideas, son parte de las hormonas que suelen alterarse en el sobrepeso llevando a un “desequilibrio metabólico-hormonal”. Gran parte de ellas logran su normalización con el procedimiento quirúrgico, a otras hay que darles soporte con medicamentos para estabilizarlas.

Aún con  las recomendaciones clásicas -ejercicios programados,  dietas,  educación,  orientación y demás, hay personas que no logran alcanzar su peso ideal, tienen  desequilibrio de las “hormonas cerebrales” que se acompañan de baja autoestima y estados depresivos y reinciden en la pérdida y ganancia de peso (fenómeno del yo-yo) y la única alternativa es provocarles una “malabsorción intestinal” a través de la cirugía bariátrica, cuyo inicio terapéutico se remonta al año 1954.

 

Los efectos secundarios  –desnutrición, desequilibrio del potasio, sodio, calcio, poli artritis, cálculos en la vesícula y riñones y la provocación de insuficiencia del hígado- provocaron que  fuera suspendida hasta la década de 1970, cuando se retoma  para  ayudar la obesidad con efectos secundarios, que hoy se minimizan.

Como la cirugía bariátrica no representa una “cura”, la persona que se realice dicha operación debe tener en cuenta que las modificaciones de su tracto digestivo e intestinal requieren de “cambios permanentes” en los hábitos alimenticios.

Masticar despacio, durar 40 a 60 minutos en cada comida para evitar los vómitos, reducir la ingesta de líquidos con la comida, planificar 5 o 6 raciones de comidas pequeñas por día, reducir la ingesta de alimentos azucarados para no provocar crisis de baja de azúcar (hipoglucemia), evitar las bebidas alcohólicas con gas y cafeína, son parte de las recomendaciones internacionales.

Suplementos vitamínicos de la B12, calcio, hierro, ácido fólico, son necesarios. Incluir ejercicios ayudará a la recuperación de su metabolismo. Todavía existen dos situaciones que suelen presentarse cuando se pierde el control médico, una es la pérdida de peso “más allᔠde lo recomendado, la otra es la “recuperación” del peso perdido probablemente por la falta del equilibrio hormonal interno y la transgresión dietética.

Una situación preocupante para el operado en su “nueva vida”, lo constituye el tener que “dar explicaciones”  de su nueva figura, muchas veces “irreconocible” por  la pérdida “brusca” de peso cuando se practica esta cirugía, que se ha  popularizado en los últimos años a nivel internacional

El Nacional

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