Opinión

Clientelismo

Clientelismo

Los hechos son los hechos y no se derriten.  La práctica política de los partidos que hacen posible la existencia del sistema social imperante no deja lugar para el engaño.

Ellos tienen, dentro de su forma de actuar, la solución de los problemas, las pugnas grupales internas, por medio de la intriga, la zancadilla, el complot, la confabulación, el embrollo, las maquinaciones, el sabotaje y la utilización del dinero fruto de la corrupción en sus diferentes vertientes. 

La politiquería no tiene límites. El político destacado en las organizaciones mafiosas es aquel que carece de  escrúpulos, tiene una moral de cafres y hace suyo el principio jesuistico de que el fin justifica los medios; de ahí que se acepta como normal y se   aplaude a aquel que para resultar elegido como regidor, síndico, senador o diputado compra o alquila un partido.  En nuestro país se han dado muchos de los casos que pueden servir como ejemplo de lo que es un ambiente político dominado por el hampa, por todo lo nocivo que genera una sociedad degenerada, en plena decadencia, y en la cual la mercancía dinero desempeña el papel más importante.

Lo que motoriza, lo que motiva el clientelismo político, son los beneficios que pueden recibir aquellos que se aprovechan de la miseria, la ignorancia y al falta de honradez política de los que hacen de la militancia servil e incondicional una forma normal de vida.  El material humano que más conviene a los que hacen negocio con la política es el que resulta fácil de manejar por su ignorancia y por ser víctima de opresión en el orden económico y social.  El atraso es el caldo de cultivo de donde se nutren, en sociedades como las nuestras, todos los que buscan hacer de la politiquería una vida fácil con su fuente principal en el presupuesto nacional. Muy pocas cosas limpias y decentes se pueden esperar de organizaciones políticas que tienen como garantía la fidelidad de sus miembros fruto del clientelismo.

De la misma forma   que una vaca tiene mucha importancia en la actividad empresarial de un ganadero, en un partido del sistema un cliente que compromete su voluntad política también  es apreciado por aquel que hace el pago. El dirigente politiquero del sistema invierte en un miembro de su partido con la misma concepción que un productor porcino aporta dinero para el cuido y alimentación de sus puercos, verracos y lechones. En nuestro país la politiquería cae en el reino animal, más precisamente  en el de los semovientes.

El Nacional

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