¿Qué Pasa?

Código Paz abre nuevos horizontes al cine criollo

Código Paz abre nuevos horizontes al cine criollo

 

Si alguna respuesta era necesaria para quienes critican, y muchas veces razones irrebatibles, al cine dominicano, la respuesta digna a su exigencia es Código Paz.

Pedro Urrutia, un joven cineasta que debió dedicarse en principio a realizar vídeos musicales por la ausencia de las condiciones para hacer cine como debía ser, ha dado la gran sorpresa, al mostrarnos dominio cabal del lenguaje del cine, partiendo de un guión bien estructurado, hasta sus recursos: universo sonoro, dirección de cámaras, edición y haber desplegado un proceso adicional de entrenamiento físico y orientación actoral a quienes hace los roles principales y secundarios de Código Paz, cinta adscrita a un género, el de acción, que tiene una larga y consistente tradición en el público popular y de la clase media.

Realizada con amor, capacidad de trabajo y el cuidado en sus detalles, Código Paz maneja incluso contadas dosis de humor de cine, que sirven de contrapeso a la dramática narración sobre los deseos de tener posesiones de una juventud aparentemente sin destino claro. Su mensaje final es altamente aleccionador y hace una diferencia.

Actoralmente

Se percibe un proyecto trabajado en todos sus aspectos, incluyendo los talentos, que se entregan con entereza al trabajo de crear arte e industria.

David Maler es creíble, como personaje eje de la historia, con el cual se logra una identificación que supera su condición de landronzuelo de circunstancias. Lo hace bien.

Paula Ferry es otra de las sorpresas. Evidentemente que el personaje era un desafío por su carga dramática, por implicar un abandono de sus roles infanto-juveniles para darle una categoría dramática, más allá de lo hecho.

Nashla Bogaert demuestra que es una actriz versátil, escapando de los esquemas que la apropiaban solo por su innegable atractivo físico.

Se entrega a la faena y establece un personaje femenino que al tiempo de romper estereotipos de género, queda en la memoria colectiva.

Héctor Aníbal queda magistral en su rol de personaje de fuerza. José Guillermo Cortines y Panky Savigñón transmiten fuerza y dan vitalidad y acento individual a la trama; Deyvy de León, un actor teatral, logra adecuarse a la actuación de cine con ingenio. Es un contador alterno de la historia.

Canek Denis es toda una sorpresa por su genial manejo del humor de barrio y su integridad artística al constrir un personaje icónico.

El Nacional

La Voz de Todos