Opinión

COGIENDOLO SUAVE

COGIENDOLO SUAVE

Dos machazos mujeriegos

Realizaba un recorrido nostálgico por la calle El Conde una mañana dominical cuando me detuvo un hombre de edad madura y rostro adusto.

-Debo decirle que leí su novela Dos machazos mujeriegos, la cual me gustó mucho, aunque tengo que hacerle algunas observaciones, salvo que sea usted de estos escritores que tienen muy sensible la piel del ego.

Las últimas palabras me llevaron a comprender que el hombre era inteligente, y que además tenía excelente sentido del humor.

– Puede hacerme todos los señalamientos que quiera sobre mi obra, porque las críticas fundamentadas siempre ayudan a los que sufrimos de esta manía poco rentable de escribir- respondí, haciendo que se suavizara la expresión tosca de la  cara de mi interlocutor.

– Lo primero que quiero señalar es que su novela tiene un contenido totalmente feminista, y eso va en contra suya y de sus congéneres.

Me clavó en el rostro una mirada escrutadora, con la ostensible intención de ver el efecto que me había producido su opinión.

– Vivimos en una sociedad machista, y soy de los hombres que cree en la igualdad de los sexos.

– Hasta en ese libro sagrado que es la Biblia se reconoce que la mujer debe estar subordinada a su marido- replicó, mientras en sus labios se posaba una sonrisa de autosuficiencia.

No pude responderle, porque de inmediata retomó la palabra.

– En su novela usted trata mal a Trujillo y su régimen, sin reconocerle ningún aspecto positivo, cuando sabe que la gente podía dormir con las puertas abiertas debido a que había orden y seguridad. Hoy en este país, por el incremento de la delincuencia, la gente no quiere salir de noche a las calles, lo que no quiere decir que durante el día no se produzcan atracos.

Quizás porque reparó en que lo escuchaba con interés, el ultra conservador personaje se tornaba cada vez más locuaz.

– Si como usted dice, hay episodios autobiográficos en esa obra, lo felicito, porque los dos machazos merecen el calificativo de mujeriegos y no hay nada mejor que involucrarse en sucesivas relaciones de pareja. No creo en el hombre casto y puro, porque muchos con esas características, en el fondo son cundangos reprimidos.

Un repentino estornudo detuvo la disertación de mi interlocutor, lo que aproveché para despedirme.

Lo hice aplicándole una palmada en el hombre sin pronunciar palabra. Se debió a que no entendí si los criterios emitidos sobre la novela eran mayoritariamente positivos.

Por esa circunstancia no supe si darle las gracias, o extenderme en consideraciones acerca de sus señalamientos.

Afortunadamente Dos machazos mujeriegos lleva tres ediciones, un excelente tónico espiritual para mi pequeño ego.

El Nacional

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