Opinión

COGIENDOLO SUAVE

COGIENDOLO SUAVE

Mi camisa vistosa

Desde los años de la adolescencia he sido conservador en materia de vestimenta, y en la tercera edad solamente cubro la caja toráxica y sectores adyacentes con las geriatrisantes chacabanas.

   Mi superior conyugal Yvelisse luchó al inicio del matrimonio para que su media naranja se modernizara en lo relativo al atuendo, pero mantuve con firmeza la timidez ropil, lo que la hizo desistir de su campaña.

   En uno de mis ya numerosos cumpleaños un viejo amigo me regaló una camisa de cuadros con mas colores que la paleta de un pintor, la cual tardé varias semanas en usarla.

   Salí a la calle con tanto miedo como vergüenza, con la convicción de que quienes se cruzaban conmigo pensaban de mí que era un viejo que voluntariamente se ponía de mojiganga.

   La sonrisa que me dispensó una agraciada jovencita en una plaza comercial la califiqué de burlona, cuando a lo mejor se trató del agrado que le provocó mi condición de buenmozo secreto.

   Como sabía que no usaría mucho aquella chillona compañera de los pantalones visité en su casa al amigo que me la obsequió, recibiendo de inmediato un piropo de su esposa.

   – Mi marido acertó al regalarte esa babucha, porque te queda muy bien, y te tumbó por lo menos diez años.

   Le di las gracias con la voz débil que acompaña la escasa convicción, mientras el autor de la escandalosa donación sonreía complacido.

   Confieso que fue la única ocasión en la que me sentí bien sintiendo sobre pecho y espalda el contacto de aquella camisa.

   La semana siguiente saqué valor para visitar con la moderna pieza de vestir a un amigo, conocido por su tendencia a usar bromas con la totalidad de parientes, amigos,  relacionados, conocidos y hasta con uno que otro desconocido.

   -¡Macho, yo no sabía de donde provenía la bulla que escuchaba y que me rompía los oidos, pero ahora me doy cuenta de que surgía de esa camisa plebe que usted porta!- dijo desde que me clavó sus  bombillos oculares.

   – Tienes razón en que la pieza no es para hombres de mi edad, pero me veo obligado a ponérmela para no herir al amigo que me la regaló en mi cumpleaños reciente- respondí sintiendo en la cara el calentón del rubor.

   -Póngase cualquier clase de ropa- afirmó mi amigo, hombre de edad avanzada- porque a los viejos todo nos queda bien, debido a que nada nos luce.

El Nacional

La Voz de Todos