Aspiraría a que las campañas electorales tuvieran un carácter diferente al que exhiben ahora.
Aspiraría a que no se utilicen recursos de baja estofa, no importa quien los esgrime.
Aspiraría a que se prohíban las caravanas a todos, un vergonzante gasto de recursos y combustibles, pica polos, ron en botellas y otras minucias.
Aspiraría a que toda campaña sea de tres meses.
Aspiraría a que nadie utilice recursos que no salgan de sus bolsillos.
Aspiraría a que el Estado, por medio de la JCE, no financie este dispendio.
Aspiraría a que los fondos para la campaña se aporten al presupuesto educativo o de salud.
Aspiraría a que no sean producidos nunca anuncios tan malos en su forma y su contenido.
Aspiraría a que el chisme de mal gusto y espinosa esencia engañosa no tenga papel alguno en los comicios.
Aspiraría a que los bandereos, inútiles formas de gastar dinero y tiempo de gente que debería estar trabajando, sean un lamentable recuerdo de la historia.
Aspiraría a que nunca tenga que quedar atrapado por un tapón debido a una marcha o caravana.
Aspiraría a que los medios se llenen de noticias positivas y poderosos llamados a la unidad nacional, y no haya espacio para el enfrentamiento irracional, de poco vuelo y a veces lastimeramente zarrapastroso nivel comunicacional de todos contra todos.
Aspiraría a una campaña sin photoshop. Y que los candidatos dejen ver sus canas, sus dientes amarillentos (si los tienen así) sin que ello desmerite para nada sus posturas.
Aspiraría a una campana breve, estratégicamente dirigida, amigable.
Aspiraría a una campana que utilice los medios masivos. Resulta más efectivo y económico.
Aspiraría en la que me digan que proponen mediante un programa. Y que sea el programa el que hable por los candidatos.