Semana

Como cada  Domingo 

Como cada  Domingo 

Ni una sola mujer más debe seguir muriendo a causa del sinsentido de la violencia machista.

El machismo es violencia, como bien lo ha descrito la Comisión de Transición hacia el Consejo Nacional de Mujeres e Igualdad de Género, de Ecuador, donde estuvimos recientemente y que nos aportó una experiencia comunicacional de gran importancia.

Los asesinatos de mujeres en lo que va de año apunta a que la República Dominicana romperá su propio record en materia de la cuota de sangre y vidas que pagan las mujeres dominicanas en base a la rezón más estúpida del mundo: el egoísmo masculino, el sentido de posesividad que le hace creer a los portadores de genitales masculinos que pueden disponer de la vida de alguien que ha decidido escapar del infierno de abusos y golpizas que ellos auspicias.

La muerte de una mujer que fue baleada en la cabeza y posteriormente quemada en su vehículo, por las características  escandalosamente amarillistas de ese hecho inconcebible en una sociedad civilizada, ha generado una interrogante: ¿Hasta dónde seguiremos permitiendo esta epidemia de sangre por parte de estos hombres violentos?

Las muertes violentas de mujeres se han transformado en un elemento mediático permanente, parte de un panorama informativo que nos sirve a todos para saciar la cuota diaria de espectacularidad y sangre ajena vertida sin sentido ni razón… pero y ¿después de eso qué?. Las mujeres siguen aportando el gesto mortal de su último aliento, empujadas en una espiral de violencia que crece y que no parece conocer límites.

No debe haber una muerte más de mujeres en función del ego masculino.

No debe haber un solo caso más que nos siga llenando de vergüenzas.

Hay leyes.

Hay una estructura operativa que debe proteger la vida de las mujeres.

Hay gente conciente y sensible en esas estructuras  y baste el nombre de Rosanna Reyes.

Hay un Ministerio de la Mujer que ha asumido con firmeza la causa de la lucha contra la violencia.

Pero sigue muriendo.

Cada día hay sangre de mujeres derramada de la forma más ininteligible y tan escasamente inteligente.

Hay que tomar el control.

Pero ahora.

Hay que detener esta oleada de Sangre. Sangre. Así, con mayúsculas.

El Nacional

La Voz de Todos