Pocas veces en la historia reciente de la República Dominicana, se había unido toda la sociedad en torno a un reclamo tan claramente justo como la del 4%.

Se trata de una ley que no se ha cumplido nunca, incluso por parte de los partidos de oposición que con tanta fuerza han dejado sentir su reclamo, giro al que considero ciertamente oportunista.

Respeto las voces disidentes frente a esta movilización social tan abrumadora, incluyendo las objeciones de mi propio medio, El Nacional, el mismo medio que no objeta el ejercicio del derecho de sus periodistas a disentir.

Creo que el respeto al criterio es uno de los principios democráticos fundamentales

El tema del cumplimiento de la Ley que establece el 4% del Producto Interno Bruto para la Educación no admite interpretaciones.

Es, simplemente, una ley que no se ha cumplido nunca.

El aumento del presupuesto de Educación figura en los programas de gobiernos del PLD y el P.D. ofrecidos al electorado en 1990, es decir, hace 20 anos. Pero cuando se llega al poder, entonces aparecen otras prioridades.

Y no es que no se haya hecho nada por la educación desde los gobiernos de los principales partidos.

No es que Joaquín Balaguer no dejara pasar un mes sin inaugurar una escuela durante sus gobiernos. Pero inaugurar instalaciones escolares no es suficiente. Nunca lo ha sido.

No es que el régimen perredeísta no diera respaldo a Educación. Baste con recordar la gestión de Milagros Ortiz Bosch, un ejemplo de eficiencia y transparencia.

No es que el presidente Fernández no haya aumentado el salario a los maestros y maestras al tiempo de que haya auspiciado foros y debates sobre la excelencia educativa.

Es que existe una ley que no se cumple.

Y no se puede sustituir ese incumplimiento con promesas, cuando la experiencia dice que muchas de esas ofertas se pierden en los entretelones de una conciencia burocrática que varía sus metas a tanto del tiempo.

Yo apoyo el 4%.

Simple.

Muy simple.

Le ley debe ser cumplida.