Opinión

Como cada Domingo

Como cada  Domingo

Carta a Obama

 

Estimado Barack Obama:

Quiera la vida que al recibo de estas líneas, se encuentre Usted bien, en compañía de sus familiares y afectos más cercanos.
Hace algunos años atrás, cuando éramos niños y por época de Navidades, nos sentábamos a componer, en entrañable inocencia, una carta dirigida a Santa Claus, pidiéndole lo que queríamos nos trajera con el Año Nuevo.

Con el tiempo, al crecer obligados, tristemente supimos que el viejito amable y cordial de barba blanca, vestido de rojo, no existía en verdad. Y que eran nuestros padres, en cambio, quienes peleaban noche tras noche, en largas filas, no exentas de refriegas y odios, la monda lironda apetencia a alcanzarnos un juguete digno con que atildarnos la infancia.

Luego, además, más tarde, y sin motivos reales de peso mayor, nos sobrecogió su destierro, su prohibición, su exilio. Su ausencia obligada tras la orientada y culposa anómala creencia, de que él era un “rezago del pasado”. O un “instrumento del enemigo”. O una “propaganda del capitalismo”. Nos lo etiquetaron, vetaron, excomulgaron y casi desaparecieron, denigrándolo bajo el pseudónimo amargo, contrario y oscuro de que era un “diversionismo ideológico”. Y a pesar de que lo hayan estigmatizado, con frívola saña y estéril empeño durante tantos años, él continúa hoy correspondiendo a lo mismo: al alborozo en pleno de una ilusión colmada.

Ahora nos anuncia Ud. que viene a Cuba. Sin barbas, aunque un poco más viejo de cuando le conocimos. ¡Y hay que ver lo que lo han encanecido estos años de gobierno! Sin trineo, ni venados. Pero tañendo para nuestras almas y anhelos, las mismas campanadas de contento.

Por eso nos hemos permitido también escribirle. Arropados en el mismo afán y sustento por alcanzar su atención, licencia o gozo. Ya no queremos más bicicletas, ni jueguitos de médicos, ni pelotas, ni globos, ni soldaditos de guerra.

Ojalá nos traiga, en primer lugar, la paz que tanto hemos deseado. El regocijo, la dicha, la comprensión que nace, sólo, del mutuo entendimiento.

Atentamente,
Juan Carlos Cremata
(Director cine cubano).

El Nacional

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