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Como cada Domingo: Encarnar La Paz

Como cada Domingo: Encarnar La Paz

Por más justificaciones que puedan ser presentadas, no hay manera de aprobar el comportamiento violento sobre todo de quienes participan en el tránsito en ciudades, carreteras y autopistas.

Todavía me impacta un hecho violento ocurrido en los años 90, justo en la esquina de la calle doctor Defilló con la avenida Rómulo Betancourt, cuando el vehículo de un joven productor de TV, fue apenas rozado sin intención por otro en que viajaba un padre y su hija.

El joven productor televisivo se desmontó muy disgustado para ver el rayón en su vehículo, y sin mediar palabras, sacó un arma automática y mató al conductor, frente a una hija que de seguro todavía conserva el impacto de aquel hecho tan sorprendente como salvaje.

Hubo allí, tres vidas destruidas: la de la víctima, que escapó del país hacia una nación oriental, en la que jamás pudo ejercer su profesión; la de aquella joven que debió enfrentar por años un trauma asfixiante y la de la víctima que perdió la vida tan inmerecidamente.

Para entonces, el hecho era excepcional. No era nada frecuente. El ego de los conductores no estaba tan a flor de piel como ahora; el egoísmo no era un valor tan terrible como lo es ahora.

Quienes conducimos ahora, los conductores de este tiempo, debemos hacerlo como seres humanos con tolerancia, amor y sentido de servicio, como para transformar el salvajismo en civilización bien entendida.