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Como cada  Domingo  José  Rafael Sosa

Como cada  Domingo  José  Rafael Sosa

José Ramón Grau fue un visionario de la impresión a color. Pero fue más que eso: su vida fue servicio, una sonrisa suave y permanente en sus labios y la expresión de un trabajo disciplinado que no habrá manera alguna de compensarlo con nada.

A José Ramón Grau le conocí cuando, procedente de los talleres de Publicaciones Ahora! (tal cual era su nombre entonces), nos cruzábamos los pasos por el trayecto entre tareas en el que era el edificio  de El Nacional y la Revista Ahora,  fundados por Rafael Molina Morillo. Fue de los hombres que creyó en el proyecto de un diario vespertino que se conviertiera en medio de comunicación consonante con las exigencias de libertad, democracia y calidad informativa, cuando aúin se recordabanhusmeantes los escombros de los talleres de impresión de la revista Ahora!, dinamitadas por la intolerancia reaccionaria de esos tiempos

Me llamaban la atención dos detalles: siempre estaba en afán de trabajo (vinculado a la impresión de El Nacional y particularmente cuando se hizo responsable de la reproducción a color de fotografías y textos) y una mirada que partía de sus ojos verdes, como un rayo de esperanza en ese proyecto.

De baja estatura, caminar resuelto y actitud siempre positiva, José Ramón Grau era llamado por su apellido, cada vez que había que consultar  o reparar algo de los equipos de impresión. Gracias a su trabajo, hoy disfruta usted de una de las más avanzadas tecnologías de impresión a color, y que se extendió en el tiempo con la dedicación con que formó a su hijo y continuador José Vinicio Gráu, hasta estos días de ahora, cuando lo digitan ha hecho de la impresión a color, todo un complejo mundo de fórmulas y equipos sofisticados, complejos  en sus mecanismos interiores .

Con su partida física, Grau deja un legado y el sentido de saber que su memoria perdura por la calidad que tuvo como trabajador y como persona. Hizo de su familia, sus amigos y su trabajo, sus tres grandes pasiones.

Lamento su partida. Deseo paz a su alma y que se encuentre justo bajo la luz del Rostro del Señor. No merece menos que ser recordado como un ser de excepción. Un hombre más que bueno, de esos que perfuman la existencia de los demás, sin reclamar créditos por ello.

El Nacional

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