Opinión

¿Cómo definir a Donald Trump?

¿Cómo definir a Donald Trump?

Rafael Grullón

Cuentan que en la otrora Unión Soviética se estilaba que al recibir la visita de un dignatario extranjero , paralelamente a los actos oficiales de su misión, le organizaban actividades privadas de diversión, donde las protagonistas eran las mujeres.
Cuando el dignatario extranjero se disponía a salir de Rusia, iba una comisión a despedirlo al aeropuerto, donde se le entregaba en un sobre todas sus actividades, entre las cuales estaban las inconfesables.

En una biografía de Carlos Marx se le atribuye una cita, donde dice que el hombre es solemne en sus actividades sociales, pero que en la vida privada se degrada.

En un “Número Uno” de un país africano que visitó Rusia en aquellos tiempos y disfrutó de la agenda divertida, los miembros de la KGB encontraron las hormas de sus zapatos.
Al mostrarle las fotografías con las mujeres, el africano los emplazó a revelarlas en su país, con lo cual, les advirtió, aumentaría su liderazgo.

No es nuestra intención hablar de eso a propósito del ascenso poder de Donald Trump, quien, como los privilegiados de la Revolución francesa, llegó al Poder con los aplausos de una parte del pueblo estadounidense.

Nos interesa hacer un paralelismo con Steve Jobs, quien cambió el mundo para siempre al revolucionar “los ordenadores personales, las películas de animación, la música, la telefonía, las tabletas electrónicas y la edición digital”, con solo comprender a tiempo que el computador debía dejar de ser un instrumento de control burocrático para convertirse un dispositivo de comunicación.

Al pronunciar un discurso en la Universidad de Stanford, Steve Jobs desarrolló la teoría de que para cambiar la historia los puntos tienen que unirse, como fue su encuentro con Stephen Wozniak, ingeniero con el cual pudo convertir sus ideas en productos bajo la clave conceptuar, de que el secreto residía en conectar la tecnología con la creatividad.

Pero también sabía que su empresa, la Apple, necesitaba una gerente con experiencia, por lo que se acercó al Presidente de Pepsi Cola, John Sculley, a quien después de una larga conversación lo convenció al lanzárle la siguiente pregunta: ¿Quieres pasarte el resto de tu vida vendiendo agua azucarada o quieres una oportunidad para cambiar el mundo?.

A pesar de que era un conquistador de cerebros para hacer equipos, su principal biógrafo en vida, Walger Isaacson, concluyó que en la empresa había que hacer lo que él se proponía, ya que era del criterio de que para desarrollar un emporio empresarial había que ser una especie de “tirano”.

La imagen se nos asemeja a Donald Trump, quien ha construido un emporio empresarial bajo el método de “ordeno y mando”, el cual está por verse si funciona en la dirección del Estado.

El Nacional

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