Opinión

Como el avestruz

Como el avestruz

Los estrategas gubernamentales pretenden enfrentar la crisis estructural del capitalismo, guiados por los instintos del avestruz. Han pasado de negar las fragilidades económicas de la República Dominicana (“la economía está blindada”), a la petrificación ante los embates de la crisis financiera mundial, que podría extenderse más allá de 2010.

Niegan que al igual que en otros países de América Latina, en el nuestro impere un capitalismo periférico y dependiente con pulmonía, luego que Wall Street estornudara. Esos expertos oficialistas insisten en crear el espejismo de un presunto repunte económico a corto plazo, cuando aumenta el desempleo, y descrecen la producción, las remesas y el turismo.   

Aunque los alimentos escasean y continúan las importaciones, se escuchan por doquier los sofismas de los diletantes de la “cumbre de las fuerzas vivas”, sin que aparezcan para la agropecuaria nacional los recursos frescos procedentes del Banco Agrícola, y otras instituciones financieras, como salida a su postración.

Se conjuga con todo lo anterior, la perversión del sistema político, la descomposición de los poderes Legislativo, Judicial y Ejecutivo, acompañada de la ‘gangrena’ que emana de la Policía Nacional, Marina de Guerra y la Fuerza Aérea, con tres botones como muestras: la matanza de Paya, el escándalo Bonao-Puerto Plata y el asalto a Parmalat.

El sicariato del narcotráfico y la delincuencia común se han anidado en esas estructuras del Estado y sus acciones han repuntado con fuerza en los últimos meses, creando gran temor en la ciudadanía, desconcertada ante tanta inseguridad en este país bizarro.

Y el Senado en lo suyo. Acaba de aprobar un préstamo de 122 millones de dólares en nombre de los pobres, y una parte de ese monto abultará más los bolsillos de la burocracia oficial, sin importarle el incremento de la deuda externa y los déficits internos.

Como corolario, y pese a la crisis, se anuncian nuevos Metros y el incremento desmedido de sueldos y dietas para el Presidente, Vicepresidente, secretarios y subsecretarios de Estado, para sobrecargar más un presupuesto nacional que no alcanza para mejorar los servicios de salud, educación, salarios de los servidores públicos e incentivar la producción de alimentos.

No es cuestión de promesas, ni de conducir el país a tientas. Las soluciones a nuestros males no se lograrán manipulando la conciencia colectiva, con propaganda al estilo del ministro alemán del Tercer Reich, Joseph Goebbels; sin realizar los ajustes pertinentes en la economía que estén dirigidos a rescatar la producción y la creación de nuevos empleos.    

La indolencia de quienes gobiernan nos empuja hacia el abismo. Cuando toquemos fondo harán igual que Pilatos y nos recordarán las palabras ‘lastimeras’ del afamado economista estadounidense Michael Hudson, cuando al presentarse la crisis financiera global dijo: “Nadie esperaba que el capitalismo industrial terminara de ese modo”.

El Nacional

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