Opinión

Con José Cestero

Con José Cestero

Ayer las calles reflejaban mucha alegría. Salí temprano para degustar el café acostumbrado de “La Cafetera” en El Conde peatonal y encontrarme con el maestro de las artes plásticas José Cestero antes de que fueran más fuertes los vientos y comenzara otro alegre carnaval – el de la lluvia.

Aproveché entonces el encuentro para entregarle un regalo que hacía días tenía guardado en mi taller.
El regalo consistía en un estudio sobre la obra de Ramón Francisco, publicada por el escritor Odalís G. Pérez Nina, titulada: “La Patria Montonera”.

En esta obra de Odalís hay una fotografía donde aparece José Cestero acompañado de Ramón Francisco, René del Risco Bermúdez, Miguel Alfonseca, Marcio Veloz Maggiolo y otros destacados intelectuales cuando apenas oscilaban entre los veintiocho o treinta años de edad cada uno.

El maestro Cestero se mostró muy agradecido y de pronto me ofreció una fotografía en la que él aparece sentado con Dora en La Cafetera, antes de salir caminando hacia La Catedral, rememorando las travesuras que hacía Carmen Rosa en la calle El Conde o porque no, evocando las escenas de otras épocas de la Ciudad donde tenía su taller casi mirando y al Río Ozama, donde dejó el alma en cada trazo y con ello manifestaba su deseo.

En su exilio personal “La Cafetera”, mata la soledad trágica, sentado frente a una taza de café, con expresión desafiante y aguerrida, como si recordara las imágenes de la Revolución de Abril de 1965, cuando él pintaba murales en desprecio a los extraños invasores.

El maestro Cestero transforma las imágenes violentamente pensando en la ciudad casi vacía en ese período de rebeldía donde solo los acompañaban “los artistas de la patria” Ramón Oviedo, Silvano Lora, Asdrúbal Domínguez y Rafael Olivo.

Hace dos años el Maestro me confesó que él siente ser hermano de Vicent Van Gogh y que la locura quijotesca alimenta su realidad y fortalece al mismo tiempo el sueño que desea.

El mundo habitado por este artista enciende las piedras del mito y nos evoca a muchos genios del arte universal. Ese mundo que nosotros no logramos comprender por mucho tiempo y que habría que cruzar varios siglos en sueños hacia lo infinito.

El Nacional

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