Opinión

Congiendolo suave

Congiendolo suave

Sabio humor dominicano
Tengo un amigo que a sus sesenta y pico de años permanece soltero, y admite que no sería capaz de asumir las enormes responsabilidades que implica la unión conyugal.

El hombre ha mantenido, casi todas por escaso tiempo, numerosas relaciones consensuales de pareja.
Hace ya varios años invitó a salir a una joven divorciada, de quien se decía que comía, vestía y calzaba, con el dinero que obtenía compartiendo camas con hombres.

Después de haber cenado en un restaurante fueron a un hotel regentado por chinos, y cuando él la llevaba a su casa ponía en sus manos dos papeletas con valor de un peso, las cuales estaban entonces en uso.

-¿Qué significa esto?- exclamó la semi clandestina prostituta, con la cara contraída en una mueca de extremo desagrado.
-No pienses que esto es una forma de pago, porque sé que no eres una prostituta; esos chelitos son para que compres algún dulce criollo que te sirva de postre con alguna de las tres comidas.

Ese mismo personaje, queriendo describir el grado de incultura de una de sus conquistas amorosas, me dijo: esa tipa piensa con faltas de ortografía.

La mejor forma de expresar el hecho de que un hombre no tenga la posibilidad de ser correspondido por la mujer que corteja, la escuché de una amiga, quien señaló que ella y un señor estaban enamorados, él de ella, y ella de otro.
El líder político Jacobo Majluta, cuando quería destacar el grado de animadversión que alguien sentía por él, decía: me quiere tanto, que está loco que me muera, para llorarme.

Cuando en una ocasión le hablé a un amigo de los encantos de una parienta suya, de inmediato hizo hincapié en la escasez glútea de la dama.

-Parece que no te has fijado en el hecho de que ella empeñó las nalgas en una compraventa, y desgraciadamente se le perdió el recibo.

Criticando la holgazanería del pretendiente de una de sus hijas, con el cual no simpatizaba, un colega periodista afirmaba que el individuo era tan holgazán, que dedicaba la noche a dormir, y el día a descansar.

Tuve un amigo semianalfabeto, quien quizás por esa causa no conseguía colocación en ninguna empresa pública o privada.
Parece que notó en mi cara una expresión dubitativa cuando me informó que laboraba en una panadería como contable y cajero, porque de inmediato completó el contenido de la noticia, precisando que “contaba los panes y las galletas, y armaba las cajas de cartón con el contenido.

El Nacional

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