Opinión

Congiendolo suave

Congiendolo suave

Pago satisfactorio

Mi buen amigo estaba enamorado como un colegial de aquella curvilínea dama divorciada.
-Si no logro conseguirla, me pasará una de dos cosas, que son volverme loco de amarrar, o morir de tristeza incurable para cualquier siquiatra- me dijo una noche en que me visitó en mi casa con carga de ron criollo en el cuerpo.

¿Y cómo ves tus posibilidades?- pregunté, conociendo que la joven, debido a sus encantos físicos, tenía varios pretendientes.
-Voy forzado en esta empresa, porque tengo rivales con mucho más dinero que yo, y uno que otro con mejor terminación en lo referente al físico- respondió con lengua estropajosa, por efecto de los petacazos romiles que se había largado.

-Recuerda que hay muchas mujeres tan hembronas como ella en este país, para que te saques de la chola esos pensamientos peligrosos que expusiste hace un momento- le manifesté, sabiendo que un borracho puede cometer cualquier disparate cuando está muy enamorado de una mujer.
-Olvida y tumba, que siempre he dicho, y lo reafirmo ahora, que no me mato por ninguna hembra, por muy loco que esté por ella, como es el caso- aseguró, con los ojos entrecerrados por el jumo.

-Pero no está de más que mientras no haya un desenlace en esta situación de enamoramiento loco por la que atraviesas, que evites borracheras como la de hoy, y sobre todo, no dejes que ella te vea en estas condiciones.

-¿A cuáles condiciones te refieres?- fue la reacción a mi consejo, surgida del habitual autoengaño del borracho sobre su estado.
No le respondí, y el hombre se marchó rápidamente, introduciéndose en su carro, en el cual partió poco después, alejándose felizmente a escasa velocidad.

Transcurrieron varios días sin tener noticias del fogoso enamorado, hasta que una noche me llamó por teléfono.
-¿Cómo ha seguido el cortejo de la dama con más curvas que un lanzador de ligas mayores?- pregunté desde que escuché su voz.
-Muy, pero muy, pero muy bien- fue su respuesta.

-De lo que dices saco la conclusión de que ya tiene con ella una relación amorosa.
-Si- afirmó- pero no por mi labia ni mi atractivo, sino porque le presté un dinero, y como sabía que no me iba a poder pagar en efectivo, pasó conmigo la noche de ayer en un motel; o sea, que me pagó con réditos.
No me sorprendieron sus palabras, porque un hombre enamorado frente a la acreencia que tiene su amada con él, es el menos exigente de los cobradores.

El Nacional

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