Opinión

Constituyente o caos

Constituyente o caos

En perspectiva esta confrontación entre un poder que derrama corrupción e impunidad y un pueblo que clama justicia y reapropiación de lo robado para invertirlo en su bienestar, es Constituyente Popular y Soberana o caos y degradación prolongada.

La razón de esta aseveración puede explicarse sencillamente sin renunciar a la profundidad necesaria.
La impunidad es un recurso de auto-protección de asaltantes y manipuladores de una institucionalidad corrompida, pervertida y corruptora.

La corrupción se anida en un poder blindado por esa institucionalidad gestionada por grandes beneficiarios de la gran corrupción.
Un poder con gestores absolutamente resistentes a ser inculpados, procesados y a devolver lo robado. Resistentes a abandonar su reinado que equivale no solo a detener la orgía sino además a ingresar a Najayo.
Poder que destila pus por los poros de sus altas instancias.

Y si las clases no se suicidan, las clases gansterizadas y sus encumbradas jerarquías mafiosas, menos. De la vasija institucional que la aloja y protege no emanará ninguna acción de justicia significativa. Solo teatro, farsas y, a lo sumo, pellizcos a culpables menores o chivos expiatorios. En eso han estado y están frente a una oleada que los acusa con fundamentos, incluso con pruebas aportadas por fuentes ultramarinas (casos Tucano y Odebrech).

Esa vasija está diseñada desde la Constitución-2010 y conformada por sucesivas votaciones viciadas para los tipos tener “su” Congreso, “sus” Altas Cortes, “su” JCE, “su” Ministerio Público, “su” Poder Judicial, “su” Cámara de Cuentas, “sus” medios de comunicación, “su” Joao, “sus” empresarios y corporaciones preferidas, “sus” alcancías humanas, “sus” PN-DNCD-DNI-FARD, su PLD y aliados… y también su oposición corrompida, dividida y pusilánime.

Con cúpulas secuestradas, actuando como integrantes de una misma orquesta (sumamente rentable). Leales a la partitura de la sinfonía corrupción, a privilegios escandalosos y a la impunidad impenitente. Fieles a las batutas presidenciales, claques palaciegas y neo-caudillos engolfados.

Solo desde fuera de esa nefasta alianza de poder podrían construirse soluciones a ese tranque y jamás podrá ser “su” auto-inculpación y auto-encarcelamiento. Solo desde una democracia de calle que provoque su desplazamiento, la cual comenzó a desplegarse en grande el pasado 22 de enero.

Y a esa situación crucial habrá que darle salida política desde lo plebiscitario, y la menos traumática es un proceso constituyente participativo y soberano que permita recrear las instituciones y sus bases legales con nuevas plataformas programáticas.

El Nacional

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