Opinión

Cosa de mujer

Cosa de mujer

Las mujeres constituyen más de la mitad de la población. Y, al mismo tiempo, son madres de la otra parte de lo que llamamos raza humana. Sin mujeres no habría hombres. Y viceversa. La naturaleza fue sabía al concebirlos unidos  por los siglos de los siglos, mientras existan como especie.

El tema del aborto lo considero un asunto de mujeres.

Ellas, sólo ellas, deberían decidir, a partir de su situación económica, política y social, si pueden tener hijos. Y cuántos. Lo dijo Sócrates, el filósofo griego, antes de Cristo.

Los hombres no deben legislar sobre un tema que no les compete. Por una sencilla razón:

Los hombres no menstrúan, no ovulan, ni paren fruto de una relación sexual, ni de un incesto, y mucho menos de una violación. La vida de los hombres no corre riesgo por un embarazo. No muere un  hombre en el mundo a causa de un aborto; en cambio mueren miles de mujeres todos los años, mujeres de países subdesarrollados, casi siempre sin acceso a la educación y a la salud. Mujeres pobres que no tienen acceso a los modernos métodos anticonceptivos.

Para el año 2000 se produjeron más de 500 mil muertes de mujeres durante el embarazo. Menos del 1% pertenecía a los países desarrollados donde existe un sistema de educación integral, legislaciones modernas no contaminadas por la religión, sino con apego a la ciencia.

En  países de América Latina como Chile, Paraguay, Perú, Costa Rica, Colombia, El Salvador, Guatemala, Nicaragua, México y Brasil,  el aborto constituye la primera o la segunda causa de muerte materna. En esos países la Iglesia Católica juega un papel determinante, no por la religiosidad de la gente, sino porque los gobiernos y los legisladores  no tienen el coraje de aprobar leyes que protejan la vida de las mujeres.

La Iglesia se opone al aborto en cualquier circunstancia y momento. No importa que la vida de la madre esté en peligro, no importa que el embarazo resulte de un incesto o  una violación, no importa que el embarazo sea ectópico ni que la criatura haya muerto en el vientre de la madre por razones naturales.

Pero también se opone a la masturbación, al condón y a cualquier anticonceptivo. Que las mujeres tengan los hijos que Dios manda, aunque luego   Dios no aparezca para darles alimentación, salud, educación…

Los templos católicos, que tanto lujo y bienestar exhiben,  no acogen a los pobres ni los hijos de los pobres en sus escuelas y universidades, que se han convertido en verdaderos negocios.

La Iglesia se ocupa de los que no han nacido, ¿pero es que acaso no le importa la vida de la mujer? ¿Es que las mujeres no son seres humanos? ¿Qué haría usted,  si su hija es violada, dejada casi muerta, y por esa acción bestial resultara embarazada? ¿Permitiría que naciera una criatura? ¿Qué sería del estado emocional de la mujer violada, cualquier otro pariente o delincuente de la calle? ¿No es inhumano permitir que nazca un ser por incesto o  violación de cualquier tipo?

Le hago la pregunta al presidente de la República. Al de la Cámara de Diputados Julio César Valentín,  al presidente del Senado Reinaldo Pared Pérez.  Díganme, ¿qué harían ante una situación  dramática y dolorosa como la violación de una hija, hermana, sobrina o incluso hasta de una madre, si resultara en estado de gestación?

La religión cristiana desde su origen ha discriminado a la mujer. Eva sólo fue una compañía del hombre. Sacada de su costilla. Ella es la responsable del pecado pues obligó al idiota de Adán a comer la manzana del árbol prohibido. Dios, que es hombre y machista, la obligó a parir los hijos con dolor por esa acción, según dice la Biblia.

Tal vez  por esa razón  la mujer no puede ser sacerdote, sólo monja.

Los absurdos y anacronismos traban el desarrollo de nuestro país. El Estado dominicano es laico, según la Constitución, pero el gobierno actúa como si fuera católico, apostólico y romano. Gasta miles de millones cada año en la Iglesia Católica, la que considera iglesia oficial, lo cual viola la Carta Magna.

Ojalá esa situación cambie, y el cambio se produzca con la aprobación de una ley que despenalice el aborto por lo menos en los casos en que esté en juego la salud y la vida de la madre.

El Congreso está integrado mayoritariamente por hombres. El aborto es cuestión de mujeres, es cuestión de vida o muerte de mujeres. Pero como esos hombres tienen madre, esposas e hijas, esperemos que piensen en ellas a la hora de legislar, no en el Cardenal.

Se estima que en la República Dominicana se realizan alrededor de cien mil abortos por año. Ninguna ley lo impedirá. Al contrario, provocará más muertes de mujeres pobres.

Hablamos de vida y de muerte, hablamos de mujer. ¿O la mujer no tiene derecho a la vida? ¡Las mujeres también tienen derecho a la vida! ¡Despenalicemos el aborto terapéutico!

El Nacional

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