Opinión

Cosas que no se ven

Cosas que no se ven

El profesor Juan Bosch fue quien popularizó el concepto martiano de que en políticas hay cosas que se ven y cosas que no se ven, y que las cosas que no se ven suelen en ocasiones ser más importantes que las que se ven. Con relación a la aprobación de la ley de partidos políticos lo que más se ha visto, no necesariamente porque sea lo más trascendente, es la derrota que la legislación supuso para el expresidente Leonel Fernández, quien defendía un proyecto que impidiera a la cúpula de las organizaciones decidir sobre el método para elegir las candidaturas.

Tras consumarse por consenso entre los partidos mayoritarios la aprobación de la polémica ley, que con su alrededor de 20 años dando tumbos desde que fue sometida por primera vez al Congreso, el exmandatario aclaró que le daba lo mismo que las primarias sean abiertas o cerradas, porque no le teme al pueblo dominicano que le ha dado el triunfo en tres ocasiones.

“Tal vez a mí me convenga más que (las convenciones) sean abiertas, porque si las encuestas me favorecen, eso indica que la población está a mi favor”, expresó el precandidato presidencial y presidente del Partido de la Liberación Dominicana (PLD). Pero insistió, sin embargo, en que son inconstitucionales las primarias organizadas con el padrón de la Junta Central Electoral (JCE).

Lo que no se ve en el trasfondo de los planteamientos de Fernández, en los cuales podrá tener razón o no, es la desconfianza sobre la manipulación del sistema de elección de los partidos a través de prácticas non sancta, que tiene en la utilización de los recursos del poder la más visible de todas. Como reconoció en una ocasión en que abordó la correlación de fuerzas, Fernández, un político inteligente que conoce muy bien por experiencia propia cómo se emplea el poder en la lucha interna y externa, sabe que de haber estado al frente de los destinos nacionales, el gran líder del PLD no fuera el presidente Danilo Medina, sino él.

El carácter inconstitucional, en caso de que su partido opte por las primarias abiertas se erige como un pretexto. Máxime cuando los argumentos fueron más de tipo político que propiamente jurídico.

En el fondo lo que subyace es la desconfianza al voto no libre y espontáneo, sino inducido por medio de los recursos públicos. El temor alcanza el extremo de evidenciar la debilidad del sistema institucional al descartarse la posibilidad de que la JCE pueda ejercer su autoridad para evitar que se vulneren las reglas de juego en los procesos de elección de los partidos. La derrota de Leonel con la sanción de la ley de partidos políticos no es más que un simple trazo de un cuadro político que evidencia grandes nubarrones, aunque no sean los que afloren a primera vista.

El Nacional

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