La Junta Central Electoral (JCE), cuyo presidente Roberto Rosario, se ha caracterizado por ser un funcionario respondón entra en la fase de organización de los comicios del próximo año, y por lo tanto, ese órgano electoral manejará un presupuesto extraordinario y tendrá que hacer contrataciones diversas.
Ese mismo año, tanto Rosario como los demás miembros de la JCE cumplen el período para el que fueron designados, por lo que deben actuar con la mayor transparencia, a fin de mantener el nivel de credibilidad que la sociedad les ha otorgado.
Sin embargo, el presidente Danilo Medina debe ser el mayor interesado de que el venidero proceso electoral se desarrolle sin traumas ni cuestionamientos, ya que a su alrededor aglutina las principales fuerzas políticas de la nación, y la credibilidad del proceso, sin dudas contribuirá a la gobernabilidad y la aplicación del prometido “Gobierno Compartido de Unidad Nacional”.
La credibilidad del proceso está en manos de la JCE.
La JCE debe salir al frente a las dudas dejadas entrever en torno al contrato para la contratación de la empresa que se encargue del soporte tecnológico durante las elecciones del próximo año.
Rosario aclaró que aún no se ha tomado una decisión final sobre la licitación que se llevó a cabo al respecto, también ha trascendido que personas ligadas al jefe del Estado podrían estar aupando a una de las empresas que participaron en el proceso.
Aunque es sólo un rumor, el presidente Medina debe poner atención especial en el asunto, a fin de que el interés particular de una persona no empañe su gestión de Gobierno ni los resultados de unos comicios en los que el mandatario lleva toda la de ganar ampliamente.
También es posible, que como ocurrió en el pasado, hayan personas interesadas en azuzar un distanciamiento entre la JCE y la gente de Palacio.
De modo que mi pregunta es: ¿Quién gana atizando un conflicto entre la JCE y el Gobierno? Para eso no tengo respuesta, pero estoy seguro que quien no ganaría nada es el presidente Medina ni el proceso electoral.
