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Crímenes, estadísticas  e hipérboles dominicanas

Crímenes, estadísticas  e hipérboles dominicanas

Los dominicanos somos propensos a sobredimensionar crímenes, estadísticas y resultados históricos deformes, abultados, desproporcionados e hiperbólicos, productos en su inmensa mayoría de las ignorancias, retaliaciones políticas, y la ausencia de voluntad para investigar, para diferenciar e identificar la verdad de las especulaciones y fábulas, para enfrentarlas con la realidad.

Empecemos por los crímenes, perpetrados durante la Era de Trujillo (1930-1961), que presidió el generalísmo Rafael Leónidas Trujillo, que algunos afirman, sin el soporte de hechos reales, en unos hasta 50 mil individuos, una auténtica hipérbole imposible de probar, y que no rebasan los dos mil crímenes en total de 31 años de tiranía, aparte del genocidio de 1937.

El llamado “Corte Parejo”, alusión despectiva al genocidio ordenado por el generalísimo Trujillo contra nacionales haitianos entre los días tres y cinco de octubre de 1930, fueron brutalmente asesinados en 72 horas horribles, entre tres mil a cinco mil haitianos, a lo sumo, y el resto es especulación.

El mismo generalísimo Trujillo ordenó que propalaran que él dispuso eliminar a 30 mil haitianos, con el evidente propósito de infundir temor a los siempre calamitosos e incordiosos vecinos.

Esto así, porque ese abominable y condenable hecho de sangre fue ejecutado por civiles con palos, machetes y puñales, y militares con fusiles Máuser de un solo tiro, revólveres y pistolas, no con ametralladores ni cañones, y con esos instrumentos de muerte, en un tiempo de 72 horas, ni con un segundo de demora entre un crimen y otro, la lógica permite razonar la proporción y cuantificación muy aproximada de los crímenes.

Cuando se produjo el devastador huracán de San Zenón, el 3 de septiembre de 1939, categoría 5, que devastó la estructura en un 90% de casuchas de madera techadas de zinc de la capital dominicana, algunos especularon los muertos en 800, y otros en cuatro mil, cuando la primera cifra es la más aproximada a la verdad, con los enemigos del generalísimo incluidos, que el naciente tirano aprovechó el fenómeno atmosférico para deshacerse de una primera partida.

Respecto a los nefastos llamados doce años del presidente Joaquín Balaguer (1966-1978), algunos desinformados por retaliación política, se aventuran a cifrar en “miles” los asesinados, cuando en realidad, conforme inserto en este trabajo, fueron 234, desglosados por años.

En el caso del generalísimo Trujillo sus crímenes no soportan una excusa porque fueron deliberados con premeditaciones y alevosías, con el animus necandi que identifica la jurisprudencia los crímenes serena y diabólicamente concebidos, programados y ejecutados.

Concerniente al presidente Balaguer, los hechos de sangre producidos disponen de una explicación aunque nunca justificación, y es que en primer término, no fueron concebidos por el gobernante, aunque ejecutados con su aquiescencia, y en segundo aspecto, fueron dispuestos por el presidente de Estados Unidos, Richard Milhous Nixon, anterior cabildero del generalísimo Trujillo, en el vórtice de lo que se denominó como la Guerra Fría, surgida cuando aún los cañones de la II Guerra Mundial (1939-1945), humeaban.

Es sabido que el presidente Nixon envió una suerte de ultimátum al presidente Balaguer mediante su embajador en República Dominicana, Hugh Crimmins, en el cual el gobernante de la potencia mundial primero instaba a su homólogo dominicano eliminar a todos los dirigentes del Movimiento Popular Dominicano (MPD), marxista leninista o por el contrario, atenerse a las consecuencias.

El presidente Balaguer optó por no atenerse a esas “consecuencias” intimidatorias y sombrías, disponiendo la efectiva eliminación de los principales cuadros del MPD, y cuando un nacional venezolano radicado en el país muy cercano al gobernante llamado Fernando Álvarez, que conocí, comentó al gobernante que los crímenes de dirigentes del MPD hacían mucho daño a su gobierno, el presidente Balaguer, sin inmutarse, como era su estilo ante todas las grandes pruebas y dificultades, asintió que era cierto que esos crímenes le hacían daño a su gobierno, pero precisó, que más daño le hacían al MPD.

Así procedió el presidente Balaguer cuando los mandos militares le informaron que el coronel Francis Caamaño había sido capturado herido en la cordillera Central en su aventura quijotesca de Playa Caracoles, y el gobernante respondió que en el país no había una cárcel para ese preso, vulnerando la Convención de Viena del 12 de agosto de 1949 sobre prisioneros de guerra, sobre todo, heridos, fuera de combate, indefensos. Un crimen auténtico.

El caso de Los Palmeros, avanzada guerrillera del coronel Francis Caamaño, que perecieron el 12 de enero de 1972 en el kilómetro 14 de la autopista Las Américas, no puede catalogarse de crímenes, porque murieron peleando “como leones”, conforme definió el entonces jefe policial mayor general EN Neit Rafael Nivar Seias. Fue un típico casus beli.

Perogrullo siempre ha sostenido que durante la segunda afrentosa intervención del imperio a nuestro país (1965-1966), desembarcaron 42 mil marines procedentes de Fort Bragg, Carolina del Norte, y que perecieron en la contienda cinco mil personas, en número redondo, ni 4,997, 98 o 99, ambas hipérboles, porque en realidad desembarcaron unos tres mil marines, y perecieron 2,800 dominicanos, conforme informó la Cruz Roja Internacional, 44 marines y 172 heridos.

Conforme es posible apreciar con el cedazo del razonamiento, la lógica y el cortejo a la realidad, en todos los casos se trata de hipérboles, sobredimensiones, embustes, adulteración de la verdad y deshonra a Clío, motivados todos por el morbo de la especulación por impulsos psicológicos inefables, exceso de protagonismo, especulación, y daño político.

El Nacional

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