Opinión

Crisis de confianza

Crisis de confianza

Cuando se habla de crisis sólo se piensa en la económica o la de valores, obviándose otra que se siente con mucha intensidad: la de confianza. Los últimos grandes escándalos ocurridos en el país son la mejor expresión de una conducta social que resulta del encubrimiento, la complicidad, la impunidad y, en definitiva, de la debilidad del sistema institucional.

 La violencia callejera, que suele ser uno de los problemas que más atemorizan a la población, puede ser lo de menos frente a la percepción de que en este país sólo queda resignarse frente a las comedias en que se convierten escarnios, atentados y violaciones de las más diversas índoles, y que, por supuesto, tengan que ver con el poder.

Más que teorías, el mejor ejemplo son los hechos, para lo cual basta con citar unos cuantos casos que últimamente han estado sobre el tapete.

El que lo dude sólo tiene que tomarse la molestia de preguntar a cualquiera en la calle si cree que se aclarará, habrá justicia o que los detenidos son los únicos responsables del millonario contrabando detectado en la oficina de la Dirección de Aduanas en Santiago.

Tanto la respuesta como las razones son obvias. Nadie cree  que la justicia reinará en el caso de la matanza de siete colombianos en Paya, Baní, ni tampoco en que se hizo una investigación con todas las de la ley para establecer responsabilidades.

 De hecho, todavía no han aparecido las drogas ni el dinero que habrían motivado la ejecución. Otro caso sobre el que se puede preguntar su parecer a cualquier mortal es el que involucra a Sobeida Félix Morel y compartes en la red que se atribuye al presunto capo boricua José David Figueroa Agosto.

 Y en cuanto a los fondos de pensiones todos admiten que sería mejor invertirlos, pero nadie confía en que en forma directa o indirecta lo haga el Gobierno.  La crisis de confianza es una amarga realidad. Pero lo peor del caso es que tampoco hay esperanza de que se pueda remontar.

El Nacional

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