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Crisis del ébola exilia a cientos de liberianos

Crisis del ébola exilia a cientos de liberianos

CAMPAMENTO BUDUBURAM, Ghana AP. Henry Boley salió de Liberia para acudir a una conferencia en Nigeria apenas unos días después de que nacieran sus hijos gemelos. Ahora, semanas más tarde, no puede volver a casa. Amanda Johnson, una liberiana de 50 años que vive en Ghana, espera que su prometido salga de su país natal para poder casarse, pero se niega a volver a su país por el ébola. Hay cientos de liberianos varados en Ghana, separados de sus familias por la pobreza, el miedo y la logística. Algunos esperan a que se reanuden los vuelos, después de que la mayoría de las aerolíneas cancelaran vuelos a Liberia.

Otros tienen problemas para aclararse o permitirse la enrevesada ruta de vuelta en autobús. Muchos otros sienten que es demasiado arriesgado para volver a casa, aunque sus esposos o hijo les pidan con desesperación que lo hagan. Boley y Johnson son vecinos en un campamento de refugiados a las afueras de Accra, la capital de Ghana, donde siguen las noticias en busca de cualquier indicio de remisión del ébola en su país natal.

Es probable que su exilio continúe, mientras el peor brote de esta enfermedad en la historia sigue infectando a más gente en Liberia, Guinea y Sierra Leona, tras matar a más 4.500 personas. Ghana, que sigue libre de ébola, se ha convertido en el núcleo de la creciente respuesta internacional a la crisis, con la sede de la Misión de Naciones Unidas de Respuesta a la Emergencia del Ébola instalada en Accra.

Ghana es uno de los 14 países del África occidental que se consideran en riesgo, y las autoridades han establecido al menos tres centros de aislamiento de ébola en todo el país por si se produce un brote. Boley, un pastor cristiano de 40 años, lleva semanas varado. Se aburre y piensa a menudo en sus bebés, a los que apenas conoce. “He intentado volver a Liberia, pero es muy difícil”, dijo.

“Esto es duro para mí. Soy el hombre de la casa y cuando hablo con mi mujer, me dice que tengo que estar allá. Pero no puedo hacer nada por ella”. Boley cree que hay más de 500 liberianos a menudo sin empleo, sin dinero y desesperados por recibir buenas noticias de su país en el campamento de Buduburam, un laberinto poco higiénico de chabolas con tejados de hojalata, tiendas y otras estructuras endebles. Se cree que hay muchos más refugiados en otros lugares de Ghana.

Johnson espera que su prometido pueda llegar a Ghana para casarse a final de año. Pero él no puede salir de Liberia por los cierres de frontera. “Algunos dicen que nos casaremos en diciembre, otros que quizá tres años más tarde. No sé lo que ocurrirá”, dijo Johnson, que tiene un puesto de venta de ropa y comida en el campamiento. “Tampoco puedo volver a Liberia. No quiero ir”. AP

 

 

El Nacional

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