Opinión

Crisis no es de carisma

Crisis no es de carisma

La supuesta falta de carisma del presidente Nicolás Maduro, al menos en comparación con el finado comandante Hugo Chávez, y la estrepitosa caída de los precios del petróleo suelen citarse entre los factores que han atascado la “Revolución Bolivariana”.

Otros agregan las presiones de la oligarquía y del imperialismo yanqui para tronchar el proceso, ignorándose que en sus últimos mandatos ya el propulsor del “socialismo del siglo XXI”, había comenzado a perder fuerza, en tanto la oposición repuntaba, a pesar de que los precios del petróleo se mantenían por las nubes. Por supuesto que la caída de la cotización del crudo ha acelerado una crisis que de todas maneras lucía irreversible.
En las primeras elecciones a las que concurrió, en 1998, Chávez las ganó con un 56% de los votos. Dos meses después el nuevo caudillo político se afianzaba en el poder al alcanzar alrededor del 90% en la convocatoria de una Asamblea Constituyente para redactar una nueva Constitución. Con la reforma aprobada en 1999, que convirtió el Congreso en unicameral y concedió el voto a los militares activos, se inició la “Revolución Bolivariana”.
En los comicios que se celebraron en el año 2000, Chávez mantenía su vertiginoso ascenso al alcanzar un 60% su nivel de aceptación, mientras que la oposición descendió de un 40 a un 37,5%.
Los partidos tradicionales dejaron atrás sus antiguas rivalidades y se unificaron en un bloque para enfrentar al líder de la Revolución Bolivariana.

Promovieron un referendo revocatorio en base a la nueva Carta, pero Chávez se alzó con la victoria con un 59%. En 2004 llegaron las elecciones regionales en las que el oficialismo, con el vibrante discurso de su líder contra la corrupción del pasado, la oligarquía y el imperialismo yanqui, ganaba 22 de los 24 estados y más del 80% de las alcaldías, mientras la oposición, cada día más debilitada y frustrada, sufría una derrota histórica.

Ese Chávez que corría solo, a quien todo le lucía, en 2007 saboreó su primera derrota cuando su propuesta para reformar la Constitución y profundizar su proyecto socialista fue rechazado, aunque por ajustado margen.
El liderazgo de ese carismático Chávez había comenzado a declinar, con todo y que gozara de la escalada alcista de los precios del petróleo. Ganaba elecciones tan importantes como las legislativas celebradas en 2010, pero sin la mayoría abrumadora para aprobar grandes reformas.

Las últimas votaciones en las que participó fueron las de 2012, en las que triunfó con 54.42%, pero con un avance extraordinario de la oposición que alcanzó un 44,97% y que ya antes le había arrebatado al oficialismo estados emblemáticos. A su muerte ya los venezolanos renegaban del modelo que heredó el locuaz de Maduro.

El Nacional

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