A pesar de que tambaleó al mundo en el año 2008 y arrinconó a las grandes economías, la crisis que abate al planeta se mantiene con amenaza de hacer metástasis. La Zona Euro no ha podido salir del crac, al extremo de que cinco Nobel de Economía recomiendan a España, Italia, Chipre y otros países abandonar la moneda única para superar el trago amargo por el que atraviesan. El nuevo ingrediente que elevaría la catatonía del otrora prestigioso espacio del dinero único del continente viejo, lo sería la caída de Holanda, que algunos expertos consideran será el próximo país europeo en sucumbir, aunque otros dicen que será Francia.
El estado de bienestar social del que Europa exhibió por muchos años y que reivindicó socialmente a su ciudadanía está siendo desmantelado por casi todos los gobiernos.
El comercio mundial cierra sus puertas por culpa de la crisis, ya que es preferible para cada país proteger sus producciones antes que abrirse a la competencia. De ahí el gran reto que tiene por delante el nuevo director general de la OMC, el brasileño Roberto Azevedo quien destella efluvios de esperanza a nivel del comercio mundial, si por lo menos logra reiniciar las negociaciones de la ronda de Doha del año 2001.
Al cuadro desalentador que exhibe el comportamiento de las finanzas a escala mundial, en donde hasta China y Brasil han sufrido una desaceleración de sus economías, se agrega las dificultades de la economía norteamericana de salir del marasmo por el que surca desde hace varios años. Igualmente de sombrío es el cuadro de Japón, que ha recurrido a la devaluación del yen para mitigar los números rojos de su producción industrial.
De ahí que la crisis, antes que ceder, obliga a cada país a tomar medidas para evitar lo peor.