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Cristo Salvador: Cementerio, vertedero, finca y bosque

Cristo Salvador: Cementerio, vertedero, finca y bosque

Huesos y calaveras en un laberinto de tumbas y lápidas rotas, sucias y olvidadas, que no conducen a ningún lugar, es el panorama que se observa al iniciar un recorrido por el Cementerio Cristo Salvador, del municipio Santo Domingo Este, donde todo parece sacado de una película de terror.

En este terreno, de aproximadamente cuatro kilómetros cuadrados, son observadas cruces y osamentas tiradas por doquier sobre una alfombra de hierbas quemadas, testimonio de que posiblemente los muertos de este camposanto no descansan en paz.

Calles deterioradas que se asemejan a polvorientos caminos vecinales, caballos que deambulan dentro de un campo de malezas y desechos y, como si fuera poco, la denuncia de ventas de terrenos en plena calle para la construcción de nuevos nichos, es parte del escenario en este cementerio municipal.

“Esta gestión encontró un camposanto prácticamente lleno, sin espacio para exhumar. En la actualidad, las personas que se siguen exhumando aquí son porque tienen sus terrenos comprados. Hoy día, enterrar una persona da mucho trabajo, pero si llega un entierro algo tenemos que hacer”, explicó Félix Martínez Crispín, director de Ingresos y Rentas Municipales del Ayuntamiento de Santo Domingo Este (ASDE).

Adujo que la alcaldía no dispone de terrenos ni de recursos para construir un nuevo cementerio.

El funcionario confirmó la denuncia del diario digital Ciudad Oriental, dirigido por el periodista Robert Vargas, sobre la venta de terrenos que forman parte de las calles del cementerio.

“Tengo que serle honesto y decirle que sí, que se cometió ese error, pero se mandó a destruir. Si usted va hoy se dará cuenta que el nicho fue destruido”, aseguró.

Al pasar por donde se había construido un nicho y dos tumbas se pudo notar que estas fueron destruidas, pero el nicho no.

En las 19 manzanas del terreno se observan cientos de tumbas y panteones cubiertos por maleza. Otros lucen limpios, ya que en noviembre la administración realizó un operativo de limpieza por el Día de los Fieles Difuntos, aparte de que familiares de las personas enterradas, limpiaron y remozaron las áreas.

Todas las calles internas sin asfaltar, lo que indica que no han recibido mantenimiento en los últimos años. En algunos trechos el deterioro es tan significativo que incluso caminando se dificulta llevar por ellas a los ataúdes.

Solo caminando sobre tumbas se puede llegar a lugares donde reposan algunos restos.

El olor a tierra seca, a humo, o hierba quemadas y la soledad, es notorio en los alrededores de la pared perimetral que debería servir de protección y seguridad para vivos y muertos.

“Mire periodista si usted quiere ver problemas venga un día después de que llueva. Por aquí no se puede andar. Las calles llenas de agua y un lodazal como en un sembradío de arroz”, expresó Grisolia Tavárez (nombre ficticio, es empleado de cementerio).

No es de extrañar que a pesar de solo tener 28 años de construido ya presente problemas de espacio y haya agotado su vida útil, pues es uno de los camposantos de mayor demanda en el Gran Santo Domingo y en todo el país, en donde se realizan entre 15 y 20 entierros todos los días.

Posiblemente, el problema del agotamiento de espacio se debe a la elevada demanda de terrenos y nichos para enterrar muertos que pertenecen a otra localidades que, o no tienen cementerio o, por igual, ya están cerrados por la sobrepoblación de difuntos, como los de Los Mina Viejo y de la San Vicente de Paúl, en el sector Vietnam.

La gran cantidad de los difuntos enterrados aquí proceden principalmente de los sectores de Los Mina, Mendoza y Villa Duarte, pero otras localidades que a pesar de la distancia realizan sus sepelios aquí son Los Alcarrizos, Boca Chica, Guerra y Santo Domingo Norte, y el Distrito Nacional.

La explicación es sencilla. Casi todos estos sectores, de una población mayoritariamente pobre, no pueden enterrar en lugares privados, y carecen de cementerio, por lo cual están obligados a depositar a sus muertos en otro lugar.

Aunque fue inaugurado en septiembre de 1990, lo que lo convirtió en uno de los lugares más modernos del país para difuntos, su parte administrativa parece la de un ventorrillo de un mercado de décadas pasadas.

Es una oficina sin iluminación y sin un departamento de información general que opere con efectividad.
No tienen computadora, no hay registros organizados y los empleados no están capacitados para dar ningún tipo de información por sencilla que sea.

Solo un grupo de enterradores y limpiadores de tumbas por paga parecen hacer su trabajo. La seguridad interna es casi inexistente, pues se puede entrar, andar y salir sin ningún control.

¿Capilla o letrina?

Uno de los máximos exponentes del abandono en que está sumido el cementerio Cristo Salvador es la capilla, ubicada en su entrada. Este espacio construido con la intención de que los familiares pudieran hacer en el lugar la misa de cuerpo presente o los ritos religiosos de despedida a los muertos, está convertida en una letrina pública.

Es una edificación pintada de blanco con una gran cúpula, con ventanas de cristales tipo medieval de varios colores (todas rotas), puertas de madera (abiertas, rotas e inservibles) y pisos de cerámica española (destruidos y sucios), que tiene un Cristo crucificado que más bien pareciera pedir perdón por el drama que padecen los muertos enterrados allí.

En su interior el escenario es aún peor. Todo está descuidado y sucio. Lleno de basura y materia fecal. Un fuerte olor nauseabundo y a orina se siente en el lugar.

Inseguridad
Al parecer, la falta de seguridad y el descuido generalizado de todo el entorno ha ocasionado que esta capilla sea usada como letrina pública por choferes y conductores que transiten por la carretera de San Luis, en donde está ubicado el cementerio.

También opera como hotel de paso de indigentes y prostitutas que venden servicios exprés (sexo rápido y sin comodidad).

Cementerios privados

El abandono, la falta de mantenimiento, de vigilancia y la carencia de espacio para hacer nichos con amplitud o enterrar difuntos en los cementerios municipales del Gran Santo Domingo, se han convertido en un gran negocio, ya que esta situación ha originado la proliferación de los cementerios privados (Cementerio Jardín Memorial, Parque Cementerio Puerta del Cielo y Cementerio Parque del Prado, éste último con la inclusión de sepulcros para mascotas).

Estas necrópolis tienen cada vez mayor demanda, especialmente de personas de clases media y alta, y hasta pobres que no cuentan con nichos familiares en los camposantos tradicionales.

EL DATO

Deprimente

La entrada de este camposanto, rodeada por una cañada, es una zona deprimente y totalmente arrabalizada, ya que aparte de la basura, operan lavaderos de carros, talleres, cafeterías y vendedoras de comidas.

El Nacional

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