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Critican declaraciones Presidente de Haití

Critican declaraciones Presidente de Haití

El presidente del Movimiento Izquierda Unida (MIU) calificó de desacertada las declaraciones del presidente de Haití, Michel Martelly, demandando una solución pacífica a la supuesta deportación de los haitianos que viven ilegales en el país.

Miguel Mejía expresó que las consideraciones del mandatario en la cumbre de Barbado solo procuran ocultar que su gobierno y los mandatos anteriores no han mostrado interés por organizar el registro civil de país para registrar sus nacionales.

Mejía consideró que los líderes del Caricon dieron un paso en falso al prestar oído a los pronunciamiento del presidente haitiano, porque no se corresponde con la realidad y mucho meno no valoran el esfuerzo de las autoridades dominicana de otorgarle la residencia a centenares de haitianos que estaban viviendo en la República Dominicana como ilegales.

El líder del Miu consideró que la cumbre de Barbados ha sido el trampolín para que algunos políticos caribeños, prácticamente desconocidos, hagan méritos ante la mirada complaciente de la ONU y los mismos poderes geopolíticos de defensa a sus intereses hegemónicos e imperialistas, están detrás del promover problemas.

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“CARICOM ha dado un paso en falso al brindar oídos a una sola de las partes en disputa. Su resolución no ayuda a la unidad regional, ni a la solidaridad que preconiza. Su arropamiento,  de un personaje como  el presidente Martelly  y su enrarecida postura, es una muestra de que en su seno están teniendo lugar procesos de deterioro y falta de seriedad política.” Miguel Mejìa, secretario general.

Santo Domingo, r.D.-El presidente de Haití, Michel Martelly, es un actor consumado. Acaba de demostrarlo con su puesta en escena lacrimógena ante los delegados a la XXXVI Cumbre del CARICOM que recientemente tuvo lugar en Barbados. Con tono quejumbroso y la apariencia de una víctima inocente que desconoce por qué “se le quiere hacer daño”, ha centrado su discurso en la demanda de una “solución pacífica en el conflicto migratorio con República Dominicana”. A cambio de ese  patético drama ha recibido aplausos, adhesiones y palmaditas en la espalda,  de una comunidad que, en la práctica y lejos de los reflectores de la prensa, no puede tener conflictos migratorios con Haití sencillamente porque no admite emigrantes procedentes de este país.

La cumbre de Barbados ha sido el trampolín para que ciertos políticos caribeños, prácticamente desconocidos, hagan méritos ante la mirada complaciente de la ONU y los mismos poderes geopolíticos que, por la defensa de sus intereses hegemónicos e imperialistas, están detrás del atizamiento del problema y de la campaña de desprestigio contra nuestro país. Por ejemplo, el primer ministro de San Cristóbal y Nieves, Timothy Harris, ha hecho un llamado “a la unidad regional y la solidaridad” mientras califica la decisión soberana de República Dominicana de poner orden en una emigración ilegal peligrosa e incontrolable, como “asalto a los derechos y la dignidad humana”.

Es sintomático que dos crisis fronterizas, la que enfrenta a Haití con República Dominicana, y el diferendo fronterizo entre Venezuela y Guyana, en una tradicional zona de paz y convivencia pacífica entre las naciones, hayan tenido que ocupar la atención de la XXXVI Cumbre del CARICOM. Se trata de algo parecido a un relámpago inesperado en medio de un día soleado y apacible. Pero no lo es tanto si tenemos en cuenta los antecedentes, entre los cuales figura una Iniciativa de Seguridad Energética para la región, propuesta por el presidente Obama, con el objetivo de debilitar los acuerdos de Petrocaribe y la presencia venezolana en el área, y sobre todo, los avances de la integración regional, lo que implica más soberanía, más independencia, más libertad y menos sujeción de las naciones caribeñas a las potencias europeas, sus ex metrópolis, y a los Estados Unidos.

Teniendo este panorama como telón de fondo, la actuaciòn puesta en escena del presidente Martelly en Barbados, y la condena lograda por consenso contra la política de regularización de los inmigrantes ilegales haitianos y sus descendientes en suelo dominicano, tributan a la división regional y constituyen un peligroso coqueteo con las mismas potencias que ayer poblaron las islas de esclavos africanos y sometieron a sangre, fuego y explotación a sus habitantes.

Lejos de la realidad, y con dejo de descaro, el presidente Martelly ha afirmado en Barbados que han comenzado las deportaciones, desde suelo dominicano, de los haitianos y sus descendientes, que no existe un protocolo ordenado para encarar este proceso, y que no hay forma de comprobar, mediante documentos, la nacionalidad de los que regresan al país. Por supuesto,   que, con su deliberada intención, el señor Martelly   procura ocultar que ni su gobierno, ni los anteriores, se ha preocupado nunca por registrar debidamente a sus nacionales, ni controlar el flujo de ilegales a través de la frontera, ni crear las condiciones para que estos tengan en su país de origen, una vida digna, y en consecuencia, no tengan que huir de la miseria que los azota.

CARICOM ha dado un paso en falso al brindar oídos a una sola de las partes en disputa. Su resolución no ayuda a la unidad regional, ni a la solidaridad que preconiza. Su arropamiento,  de un personaje como  el presidente Martelly  y su enrarecida postura, es una muestra de que en su seno están teniendo lugar procesos de deterioro y falta de seriedad política.

Los líderes de CARICOM, con absoluto desconocimiento de lo que ocurre en el terreno, y de espaldas a la realidad; aplicando un doble rasero que condena una decisión soberana y prudentemente aplicada de República Dominicana, y al mismo tiempo, cerrando las fronteras de sus países, y no acogiendo a los mismos emigrantes que dicen defender, han optado por la vía aparentemente más segura pero, a la larga, más espinosa y costosa para sus propios intereses.

En efecto, en la XXXVI Cumbre de CARICOM celebrada en Barbados, mientras se aplaudía a una figura descreìda   como el presidente Martelly, quien a su paso por la Primera Magistratura de su país  no ha podido exhibir resultados tangibles para su sufrido pueblo, nadie ha mencionado, ni condenado, ni propuesto una resolución contra los poderes fácticos internacionales, contra las naciones ricas de Europa, Asia y los propios Estados Unidos, por sus reiterados y escandalosos incumplimientos con la ayuda prometida a Haití, siendo, como son, actores principales de su tragedia histórica. Tampoco se ha condenado a la mal llamada  “sociedad civil global”  que viven a costa de ayudas millonarias que nunca llegan a los haitianos, ni de los que, en medio de la desgracia colectiva de esa nación, extraen ganancias millonarias y desvían fondos de ayuda para sus cuentas particulares.

Al parecer la enfermedad del cálculo oportunista, la doblez y la intención mal sana del presidente haitiano, son de naturaleza contagiosa. No podemos hacer otra cosa que desear un pronto restablecimiento a los líderes del CARICOM.

Mientras, imperturbable, serena y altiva, fruto de su historia heroica y segura de sus razones, la República Dominicana continuará aplicando sus leyes y su Constitución, y como ha hecho hasta ahora, seguirá brindando al hermano pueblo haitiano toda la cooperación, ayuda y solidaridad que le escatiman, miserablemente, las naciones poderosas del planeta.

Inexorablemente, la justicia llegará.

 

El Nacional

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