Opinión

Crónica del Presente

Crónica del Presente

Bien por Daniel
Desde hace mucho tiempo, tal vez más de veinte años, en las columnas y artículos que hemos escrito en diferentes medios de comunicación, particularmente en  El Nacional, titulada “Crónica del Presente”, hemos tratado el tema de “El Merengue” como la más auténtica expresión folklórica, no autóctona, del pueblo dominicano. En esas columnas, que son más de diez, aportando datos objetivos y reales, hemos reiterado, en relación con sus orígenes, que son tantas las teorías, leyendas y cuentos, que es preferible no tocar ese aspecto para no confundir. Es muy lejano el nacimiento de ese baile, que tiene su génesis en las entrañas mismas de las capas populares de nuestra sociedad cuando la misma, en términos de población, era muy reducida. Apareció hace más de 150 años, en la línea Noroeste.

En los últimos 25 o 30 años, la composición y ejecución del merengue, con pocas excepciones, ha entrado en  loca carrera de distorsión, improvisación y desnaturalización, huérfano de ritmo y de mensaje, que ha terminado dando paso a un absurdo, supuestamente musical, clasificado como “merengue urbano” o “merengue de calle”, adefesio, prosaico y de mal gusto, que valientemente Norín García Hatton, directora de Radio Listín, ha calificado como disparate, quedando corta en su responsable aclaración. Otras personas han hecho denuncias con la misma responsabilidad de la que hizo Norin. Y esa actitud nos obliga, al escribir esta columna, reconocer y saludar por segunda o tercera vez a nuestro compañero Daniel Toribio, Administrador del Banco de Reservas, por la hermosa tarea que se ha impuesto.

El Banco del Estado, bajo la orientación de Daniel, recopiló hace un tiempo en CD una selección de algunos de los merengues más populares del país, entre los cuales están “Merengue Caliente”, “Amoríos”, “La Bailadora”, “Juanita Morel”, “Juangomero” y  “Leña”;  y más adelante recogió “Caña Brava”, “ Sancocho Prieto”, “El Negrito del batey”, “Compadre Pedro Juan”, “La Empalizᔠy “Loreta”, todo esto dentro del marco musical de una excelente orquesta dirigida por Luisín del Rosario con las voces privilegiadas, afinadas,  de Joseito Mateo, Francis Santana, Vinicio Franco y Frank Cruz. Arte y estilo de cantar que difícilmente será igualado e imposible de ser superado. Por eso volvemos a felicitar a Daniel, diciéndole con energía y firmeza: ¡bien!, reconociendo su labor.

Hay una campaña auspiciada desde fuera, financiada, para borrar los perfiles y los matices de su personalidad como nación a la República Dominicana. En otras ocasiones lo hemos denunciado, como cuando se celebraron aquí los últimos Juegos Centroamericanos que presentaron en la inauguración a mujeres negras con canastas de frutas en la cabeza como si esa expresión artística fuera propia de nuestro pueblo cuando es realmente una expresión haitiana y africana. Nuestro amigo de infancia, Pedro Manuel Casals, que se fue de la vida la semana pasada, se hizo eco de esa denuncia y la hizo pública, agregando importantes aspectos de ese plan que tiene como objetivo haitianizar al pueblo dominicano.

Aquí, como se ha dicho, hay sectores que sirven a esos propósitos, hasta el extremo de que en un anuncio  en la televisión, el acompañamiento musical que sirve de fondo a  imágenes de jugadores de béisbol no es merengue ni es una bachata, es un sonido rítmico de tumbadoras y  “balsié”. ¡Qué vergüenza! Doloroso es tener que aguantar, por irresponsabilidad de algunas autoridades, esta afrenta a la proyección de un pueblo que  ha ido imponiendo en otros países virtudes y cualidades de su personalidad.

¡Bien por Daniel, muy bien! Pero estamos obligados a reiterar esta aclaración: Varios son los merengues del folklor cuyos autores se  desconocen,  y entre ellos están: “La Maricutana”, que aparece como creación de Radhamés Reyes Alfau; así como el merengue “La Cruz”, popular e incorrectamente llamado “Palo, Palo, Palo Bonito”, que se le atribuye a Ricardo Rico; y a estos debemos sumar “El Pelero”, “Dolores”, “Vete Lejos”, “Hatillo Palma”, “El Jarro Pichao” y “El Chivo”, este último totalmente distorsionado en su letra y presentado, supuestamente, como  expresión de alegría originado tras el ajusticiamiento de Trujillo, en mayo de 1961. Y el más antiguo de todos, “Juan gomero”, de autor desconocido, aparece, lo que no es cierto, como obra de un tal Almánzar.

¡Gracias Daniel! Y te sugerimos, compañero, que no detengas esa tarea que te has impuesto y que debe servir de ejemplo a todos los compañeros que dirigen Instituciones del Estado, particularmente aquellas que tienen recursos para estimular a que las manifestaciones culturales reales, que no son disparates, de los dominicanos no sean borradas por la ejecución de ese proyecto que tiene como objetivo que desaparezca la República nacida en febrero de 1844, bajo el lema que debe identificarla eternamente: Dios, Patria y Libertad. 

 

El Nacional

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