Hace más de un año, en los primeros meses del año 2010, el autor de esta columna en sus funciones de ministro sin cartera, encargado de la Superintendencia de Seguros de nuestro país, fue emplazado por la organización Participación Ciudadana, grupo heterogéneo que con dos o tres excepciones, la mayoría son desconocidos en actividades profesionales, académicas, industriales o comerciales, de primera categoría. Estas personas se han autodesignado representantes morales, en su más alta expresión, de los intereses del pueblo dominicano y se han dedicado a cuestionar, calificar y acusar a funcionarios del gobierno del Partido de la Liberación Dominicana que encabeza Leonel Fernández Reyna, entre los cuales se encuentra el autor de esta columna. Ellos han estimulado a comentaristas de la radio y la televisión para que apoyen sus calumniosas, difamatorias y agresivas calificaciones, carentes de pruebas, de que somos parte de un grupo de funcionarios prevaricadores y corruptos.
La semana pasada, cuando publicamos nuestra columna, el lunes 22, que la titulamos Sin temor alguno (I), reiteramos lo que hemos venido denunciando en otras ocasiones y enfrentando este plan calumnioso, difamatorio y agresivo que, afirmamos, tiene como objetivo impedir que el PLD con la candidatura de Danilo Medina gane las elecciones de mayo del 2012 y al mismo tiempo, derrotado el partido, la imagen pública y la proyección futura de nuestro presidente Leonel Fernández Reyna quede desamparada, con su partido derrotado y aplastado, que le impida aspirar a la Presidencia en el 2016. Los voceros de ese plan, mujeres y hombres, no sienten respeto por el presidente de la República y usan argumentos, calificativos y denuncias, que carecen de absoluta seriedad, aunque de todas maneras en el escenario de las limitaciones del saber en qué ha quedado disminuido nuestro pueblo, en un amplio sector, sino la mayor parte un importante sector, recibe el crédito de que es verdad.
Por eso nos preocupa tanto que la inmensa mayoría de los dirigentes del Partido de la Liberación Dominicana, que reúnen condiciones básicas para hablar y escribir, y cuando decimos hablar para presentarse en programas radiales y televisivos, guarden silencio preocupante, por no decir cobarde, y bajar al ruedo con firmeza y valentía a defender el gobierno peledeista, al presidente de la República y al partido, que ha auspiciado como fuerza indetenible las victorias de 1996, 2004 y 2008. Sin temor alguno, no importa el curso de los acontecimientos en que nos encontramos envueltos, y como uno de los objetivos del plan que denunciamos, seguiremos defendiendo la verdad, nuestra dignidad y nuestra conducta que no ha variado jamás en los servicios que le hemos prestado a la patria.
