Opinión

CRÓNICA DEL PRESENTE

CRÓNICA DEL PRESENTE

Con la cara larga

Así han quedado, con la cara larga, y podríamos decir que bien largas, el llamado primer ministro de San Vicente y las Granadinas, un tal Ralph Gonsalves, así como sus amos y las organizaciones tradicionalmente descalificadas de Estados Unidos de América, Canadá, Francia y otros lugares, que pusieron en ejecución y se han sumado a ese plan, perverso, atrevido y lesivo, profundamente lesivo a la soberanía como Estado de la nación dominicana, que convirtieron en república independiente de todo poder extranjero, a partir de la noche gloriosa del 27 de febrero de 1844 los trinitarios, que liderados por Juan Pablo Duarte consumaron ese hecho histórico cuando las manos juveniles de Francisco del Rosario Sánchez enhestaron la bandera tricolor en el Baluarte de la Puerta del Conde convertido hoy, con justicia, en Altar de la Patria.

Con la cara larga han quedado porque la “Ley que establece un régimen especial para personas nacidas en el territorio nacional, inscritas irregularmente en el registro civil dominicano y sobre naturalización” ha tenido el respaldo de los sectores sociales, económicos y políticos más representativos de la República; ha sido recibida más que con simple aceptación, con beneplácito, porque facilita la salida jurídica y políticamente correcta, al serio problema de los extranjeros o hijos de extranjeros nacidos en nuestro territorio. Esa Ley amplia y profundamente consensuada por el ciudadano presidente de la República compañero Danilo Medina, es la solución justa, civil, responsable y valiente a este grave problema que hemos venido cargando sobre nuestros hombros desde hace muchos años, problema que convertido en una acusación oportunista e irresponsable se quiso utilizar en Cuba en la Conferencia de la II Cumbre de la Comunicad de Estados Centroamericanos y Caribeños (CELAC).

Ha sido aceptada también en principio, por organismos internacionales aunque otros la han aceptado con objeciones, particularmente la Organización de Estados Americanos (OEA), frente a la cual el autor de esta columna no tiene ningún respeto, desde que en los últimos días de abril de 1965 emitió una decisión viciada, tramposa y mentirosa dando supuesta legalidad a la intervención de la tropas estadounidenses en la República Dominicana, aceptando el voto ilegal y traidor, realmente nulo, de aquel monumento de servilismo y cobardía llamado José Antonio Bonilla Atiles que ya en ese momento, no representaba ni siquiera al nefasto Triunvirato que había sido expulsado del poder por el levantamiento Militar Constitucionalista iniciado el 24 de ese inolvidable mes de abril.

Con la cara larga, muy larga también ha quedado esa caballería de lacayos, traidores y servidores a sueldo escoltados por la llamada Participación Ciudadana y otras organizaciones de veletas sin rumbo, lambones y oportunistas, que aplauden y apoyan el plan puesto en ejecución por los Estados Unidos de América, Canadá y Francia, para hacer desaparecer el estado republicano que tanto dolor, sangre y lucha le ha costado a nuestro pueblo, para juntarnos con ese conglomerado humano que no tiene rumbo, que lleva todavía el nombre de República de Haití.

 

El Nacional

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