Opinión

CRÓNICA DEL PRESENTE

CRÓNICA DEL PRESENTE

Cincuenta y cuatro años después (IV)

En la conversación que sostuvimos con Trujillo en la casa que tenía a la orilla del mar en el paraje de Najayo, acompañados por el senador Fortunato Canaán, padre, le dijimos con el respeto que el personaje se merecía, que “la responsabilidad histórica no es de Balaguer, ni de Chilo Peña Batlle, la responsabilidad histórica por la concertación de ese Concordato es de usted, porque usted es el jefe de este país y le externo esa opinión, como le dije, por el aspecto de las consecuencias en la educación de nuestro pueblo”. Trujillo quedó un momento pensativo y nos dijo: “la vigencia del Concordato no durará mucho tiempo, yo asumiré la responsabilidad como gobernante y como político que estoy obligado asumir”.

Tiempo después de que Trujillo fuera muerto, el doctor Hipólito Herrera Pellerano, conocido abogado de la ciudad capital, hijo de una de la más grande figura que ha tenido la magistratura de nuestro país, Hipólito Herrera Billini, presidente de la Suprema Corte de Justicia, y excepcional profesor de la facultad de Derecho de la Universidad de Santo Domingo, nos relató:

“Trujillo le dijo a mi padre, prepárate un documento que vamos a denunciar el Concordato, y te voy a nombrar ministro de Relaciones Exteriores, porque Porcito Herrera le tiene miedo a los curas y yo se que tú no tienes temor de ningún género”. Hipólito Herrera Pellerano, colega y amigo del autor, nos dijo en aquella conversación que su padre había preparado el documento y que cuando mataron a Trujillo, él ignoraba el destino que le dio Herrera Billini. Cuando terminamos de reiterar a Trujillo nuestra opinión, se quedó mirándonos un largo rato y dirigiéndose a Fortunato Canaán, dijo: “él es ‘contestatario’, y parece que esa actitud la heredó de su abuela o bisabuela, Carmen Silva Valdez”. Se quedó mirándonos fijamente y yo me atreví a decirle que no conocía lo que quería decir “contestatario”, y que Carmen Silva Valdez, que era prima hermana de su padre José Trujillo Valdez, era mi bisabuela que había criado a nuestra madre, en San Cristóbal y en la capital.

Trujillo nos dijo que “contestatario” lo que quería decir era una persona que lo respondía todo y que según le habían dicho, también, que yo le daba “boches” a los que me discutían, y que era un “muchacho arrogante y engreído”. Hemos narrado este episodio de nuestra vida por primera vez, en el orden público, y figura en la recopilación de “Las memorias de mi vida”, que estoy escribiendo; pero lo que realmente he querido externar es de dónde viene nuestra preocupación por la educación de nuestro pueblo y con qué personaje de nuestra historia sostuve esta conversación, que es la referencia que puedo señalar a lo que ha sucedido, lamentablemente, en este largo proceso de más de cincuenta años en la educación de los dominicanos.

La educación ha hecho crisis en la sociedad dominicana y nosotros sabemos la angustia, el dolor y la frustración que sentimos los que hemos dejado los mejores años de nuestras vidas enseñando en las escuelas del Estado y en la Universidad de Santo Domingo. Y nos da pena profunda, muy profunda, oír y ver en los medios de comunicación a una caballería de analfabetos culturales, mujeres y hombres, hablando de todo sin saber absolutamente de nada, y esa desgraciada situación al parecer, por el momento, no tiene solución. Frente a otros países de Hispanoamérica comenzando por Cuba, estamos descendiendo al último lugar. Continuaremos…

El Nacional

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