Opinión

CRÓNICA DEL PRESENTE

CRÓNICA DEL PRESENTE

Euclides Gutiérrez Félix

¡Un recuerdo glorioso! IV
El ataque al hotel Matum por el contingente de más de 300 soldados que lo habían rodeado, se convirtió en una batalla a partir de las 11:00 a.m. Apertrechados los militares constitucionalistas, expertos tiradores, serenos, certeros, firmes, fueron causando bajas al enemigo cada vez mayores.

A mediodía dos sacerdotes, temerarios, valientes, lograron llegar al hotel, nos pidieron conversar con el coronel Caamaño tratando de conseguir un alto al fuego, pero en esos momentos un tanque de los asaltantes se acercó por la parte de atrás, y los “ranas”, usando el cohete antitanque que habían dejado los emboscados del primer ataque, le dispararon y lo incendiaron, obligando a los atacantes a salir huyendo. Con nosotros estaba el vicecónsul estadounidense Lister Scott, quien pidió al coronel Caamaño un teléfono para hacer llamadas importantes.

Todavía en ese momento los teléfonos del hotel funcionaban. Habíamos conseguido un pequeño radio receptor y allí escuchamos a partir de las once de la mañana, un comunicado del gobierno del presidente García Godoy, pidiendo calma y tranquilidad a los habitantes de la capital.

Lo que motivaba este llamado del gobierno era que un grupo de militares constitucionalistas y civiles, encabezados por el capitán García Germán, había asaltado y tomado emisoras de radio, comunicando al pueblo el ataque asesino que se había iniciado en el hotel Matum y el pueblo respondió a ese llamado, lanzándose a las calles.

La resistencia y la valentía con la que los constitucionalistas se defendían causaron numerosas muertes en las filas de los atacantes. Cerca de las dos de la tarde llegó un contingente militar estadounidense al mando del teniente coronel John J. Costa. Supimos más tarde que era californiano, de origen portugués, quien subió al hotel y conversó con el coronel Caamaño, en términos respetuosos.

El coronel Costa estaba acompañado de un teniente dominicano, oficial de las tropas invasoras, miembro de una distinguida familia de nuestro país, quien sirvió de intérprete. Ellos querían que dejaran salir del hotel a los ciudadanos estadounidenses. Caamaño les habló con energía y claridad y les dijo que “la vida de los dominicanos es tan valiosa como la de los ciudadanos estadounidenses”. Accedió a que se fuera el vicecónsul y los empleados del circo, entre ellos el hombre tatuado y su esposa, presa de un ataque de nervios.

Luego de retirarse los militares estadounidenses el fuego continuó hasta las cinco de la tarde y después de un largo momento de calma, el coronel Caamaño, acompañado del coronel Gerardo Marte Hernández, el mayor Alejandro Deñó Suero, alias Chibú, su tío, y el autor de esta columna, bajamos del hotel porque Caamaño quería conversar con el teniente coronel Costa.

El militar estadounidense recibió a Caamaño con mucho respeto y cortesía, le dijo que él no se retiraría con las tropas bajo su mando, hasta que el coronel Caamaño y todos los que estábamos en el hotel no nos hubiésemos ausentado. El militar estadounidense le hablaba en inglés a Caamaño y el teniente dominicano, como intérprete le respondía.

Costa dijo que le iba a comunicar al general Bruce Palmer su compromiso con el coronel Caamaño. Inmediatamente llamó por teléfono y tras identificarse le escuchamos decir a su interlocutor a lo que se había comprometido, diciendo que ya los ciudadanos estadounidenses se habían retirado del hotel.

El general Palmer le contestó que se retirara inmediatamente del lugar y Costa le reiteró que había dado su palabra al coronel Caamaño. Continuaremos…

El Nacional

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