Opinión

CRÓNICA DEL PRESENTE

CRÓNICA DEL PRESENTE

¡División Berlanga!

 

XXIV

En julio de 1954, los estudiantes del entonces liceo secundario “Generalísimo Trujillo”, del municipio cabecera de Monte Cristi, realizamos nuestra de graduación como bachilleres en un hermoso acto celebrado en la terraza salón del legendario Club de Comercio de esa comunidad. De muchos de esas compañeras y compañeros hablaremos después haciendo mención de los que se fueron de la vida y particularmente de otras y otros que hemos mantenido un vínculo de amistad estrecho en ese largo proceso de nuestras vidas que suman 63 años.

La idea que teníamos o mejor dicho la decisión que habíamos tomado, era de estudiar agronomía en el llamado Instituto Agrícola Panamericano de Honduras, conocido popularmente con el nombre de “Zamorano”, porque quien había fundado esa Institución era un antiguo presidente de United Fruit Company, llamado Sam Murray, en el cual se habían inscrito y graduados por lo menos tres dominicanos que con el transcurso de los años llegaron a ser ministros de Agricultura de nuestro país: Ligio Tavares Miolán, Héctor Mena Valerio y Manuel de Jesús Viñas Cáceres, alias “Meme”.

Pero el autor de esta columna fue convencido por un viejo amigo de nuestro padre, llamado Armando García, alias Mandito, que conducía una guagua pública que viajaba a los bateyes de la Grenada Company y ocasionalmente a Dajabón y Manzanillo. Mandito era un personaje muy singular: su padre don Pitito García era, sin lugar a dudas, el hombre más rico de la provincia de Monte Cristi y aunque se había divorciado de su esposa, tenía una larga familia dedicado a diferentes actividades, aunque había unos que manejaban bienes agrícolas que Pitito tenía en la provincia Sánchez Ramírez, conocida también con el nombre de Cotuí; fincas sembradas de arroz, de gran extensión que manejaba uno de sus hijos, que vivía en Santiago, como un príncipe provinciano, de deslumbrante esplendor. Pitito tenía también en Monte Cristi una ganadería muy importante.
Mandito nos convenció un lunes en la mañana, cuando regresábamos a nuestra casa ubicada en la finca Maguaca, después de haber permanecido en el pueblo de Monte Cristi el fin de semana cumpliendo con nuestras obligaciones como trompetista de la Banda de Música Municipal.

Mandito nos dijo que era un disparate que fuéramos a estudiar agronomía para venir a instalarnos en una finca que era propiedad de nuestro padre ubicada en el paraje de Villalobos. Afirmaba nuestro amigo que el autor de esta columna además del bachillerato en Filosofía y Letras que habíamos obtenido éramos taquígrafo-mecanógrafo, músico, periodista y un reconocido y admirado maestro de ceremonias, que cuando nos presentábamos en actos públicos los presentes repetían que “Euclidito habla sin papel”. Y realmente era verdad lo que decía Mandito.

Concluyendo en esa conversación y afirmando que lo que debíamos estudiar era Derecho.
Esa conversación con Mandito García fue decisiva en nuestra vida y cuando llegamos a nuestra casa al final de la mañana y nos sentamos a almorzar con nuestros padres, nuestro hermano mayor César y el más pequeño Joselyn, le dijimos al jefe de la familia que habíamos decidido no ir a Honduras a estudiar agronomía, que debíamos cambiar la idea para estudiar la carrera de Derecho. Agregando a nuestra conversación que nuestro padrino de confirmación, Luis del Castillo Morales, abogado, sería nuestro tutor en la capita

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