Opinión

Crónica del Presente

Crónica del Presente

La crisis económica mundial
Se presentó, al parecer, inesperadamente; y no es verdad. La crisis del sistema financiero y bancario y más tarde industrial de los Estados Unidos de América se veía venir, y ahora su repercusión ha terminado desestabilizando y llenando de aprensiones, desaciertos y amarguras a los países del primer, segundo, tercer y cuarto mundo, si caben los calificativos. Juan Bosch, “El Viejo”, como le llamábamos íntima y discretamente las mujeres y los hombres que estuvimos a su lado por más de veinticinco años, El Gran Maestro Político de América, visionario, en múltiples ocasiones alertaba reiteradamente que la nación más poderosa del mundo hacía años, desde la muerte de Franklin Delano Roosevelt, estaba huérfana de políticos, prudentes, preparados, que fueran verdaderos estadistas. Y el tiempo que ha transcurrido le ha dado toda la razón.

El arribo al poder de George Bush y del grupo que le acompañó durante ocho años, aurigas y cocheros de la gigantesca carroza fúnebre de la globalización, arrastraron a su país y la mayoría de los pueblos de América y de Europa al borde de un precipicio. La más atrevida y arrogante decisión fue iniciar una guerra contra Irak, perseguir al líder político de ese país como un delincuente, derrocarlo, humillarlo y ahorcarlo, matando en esa acción miles y miles de hombres, mujeres, niños, ancianos y ancianas, y destruyendo la infraestructura física, ciudades, carreteras, hospitales, escuelas, apoderándose de su fuente de riqueza más importante, que es el petróleo, y desafiando a otras naciones del mundo árabe, y al mismo tiempo a un poder religioso, fanático, agresivo, rencoroso, que maneja ciento de miles de millones de dólares.

Esa conducta aplaudida y aceptada por una minoría en los Estados Unidos, sancionada a su favor solamente, con entusiasmo y apoyo militar por Inglaterra y España como naciones desarrolladas y luego por otros países claudicantes y temerosos, entre los cuales, vergonzosa y dolorosamente, en aquellos momentos figuró la República Dominicana, gobernada en ese entonces por ese absurdo político que es el PRD, motivó que el Partido Demócrata estadounidense con un candidato, que no es una improvisación, expulsara del gobierno y del control del Congreso al Partido Republicano. Cuando vino a ocurrir esa victoria la crisis en el sistema financiero estadounidense galopaba indetenible a lo largo y ancho de ese país.

El autor de esta columna, temeroso siempre de equivocarse e ir más lejos de lo que la prudencia permite, había sostenido en conversaciones de círculos íntimos y con clientes de nuestra oficina profesional, hispanoamericanos, de Centro América y América del Sur, recordando a don Juan, que las instituciones financieras estadounidenses estaban dirigidas por personas con incuestionables perfiles delictivos, que cual tahúres profesionales jugaban como en una mesa cualquiera con miles y miles de millones de dólares de ahorrantes de su país y de acaudalados empresarios de esta región del mundo, entre los cuales, desde luego, hay muchos dominicanos; e íbamos mas lejos. Convencidos afirmábamos que el sistema bancario dominicano era uno de los mejores no solamente de la región del Caribe, sino de toda la región de hispanoamérica.

Recientemente escuchamos a José Luis Corripio (Pepín), exitoso, muy exitoso empresario dominicano, decir en un programa radial que el sistema bancario del país era sino el mejor uno de los mejores de la región. Y lo dice con la autoridad que tiene de ser uno de los hombres, acaudalado, de más nivel como capitán de empresa. Días después en conversación sostenida con Pepín no solamente ratificó en lo que coincidimos sino nos dijo que el éxito y la estabilidad del sistema bancario dominicano, además del Banco de Reservas, que es el banco del Estado, era una garantía por la prudencia y seriedad que demuestran las familias a las que pertenece su propiedad. Buena lección y señalamientos que hace Pepín Corripio a los que tienen dinero en la República Dominicana.

La crisis económica de los Estados Unidos, no importa que se reúna el grupo G20, 40 o 50, al parecer no terminará a mediano o corto plazo. Sus consecuencias son imprevisibles. Sin importar el dinero que aporte el gobierno estadounidense, comenzando por la estatización de la General Motors o Chrysler, la primera, la más eficiente empresa automovilística y el símbolo económico de la poderosa nación del Norte, calificada por muchos periodistas, burlonamente, ahora como la “Gobierno Motors”. La segunda, obligada por el gobierno del presidente Barack Obama a asociarse con la Fiat, italiana, para no quebrar definitivamente. Esas son, en principio, las consecuencias que ha dejado el grupo de  Bush, que quedará en  la historia  como el equipo político más ignorante, atrevido y aventurero que gobernó la patria de Thomas Jefferson y Abraham Lincoln.

El Nacional

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