Opinión

CRÓNICA DEL PRESENTE

CRÓNICA DEL PRESENTE

El fusilamiento de Manolo Tavárez y sus compañeros, que es necesario decirlo, se rindieron entregando sus armas a soldados de la Fuerza Aérea, comandados por el primer teniente Rubén Darío Díaz Gil, al pie de Las Manaclas que tenía instrucciones expresas de sus oficiales superiores de apresarlos y de manera inmediata proceder a su ejecución. José Daniel Ariza Cabral, el verdadero y único sobreviviente de Las Manaclas que no se entregó y que advirtió a Manolo Tavárez de lo que iba a suceder, no ha aceptado, como sobreviviente, especular con esa tragedia en los medios de comunicación, porque está consciente de la profundidad y gravedad de la misma; y porque ella enlutó la parte más sensible de nuestro pueblo, incluidos en esa parte los jóvenes oficiales que había organizado el coronel Rafael Fernández Domínguez. La muerte de los jóvenes revolucionarios que encabezó Manolo Tavárez Justo profundizó y aceleró el trabajo clandestino de esos militares a partir de ese momento.

En los primeros meses del año de 1964, el Triunvirato, a cuya presidencia había renunciado el doctor Emilio de los Santos, conmovido por la muerte de los insurrectos en Las Manaclas, definió las características de corrupción, entreguismo y nepotismo, promoviendo un desorden gigantesco en el manejo de la vida nacional.

En su nefasta gestión, el saqueo de los bienes del Estado, en el escenario industrial y agrícola que estaban conformados por la enorme fortuna que había acumulado Rafael Trujillo Molina y que ascendía a más de 350 millones de dólares de esa época, fueron a parar a los bolsillos de esos sectores de la oligarquía criolla, con la cual se quedaron, despojando al pueblo dominicano de lo que realmente le pertenecía. La militancia valiente y responsable del pueblo fue acorralando al gobierno de facto, apoyado por  Estados Unidos, cuyos funcionarios, ignorantes de la historia de nuestro pueblo, los llevó por un camino equivocado.

El autor de esta columna fue el primero y único que advirtió la gravedad de ese momento, convencido que la única salida inmediata a esa situación era un levantamiento militar que ya estaba organizado por el Movimiento Militar Constitucionalista, instrumento clandestino, fundado y dirigido, bajo la dirección política de Juan Bosch, por el coronel Rafael Fernández Domínguez.

Por eso el 2 de julio de ese año de 1964 advertimos, en un artículo publicado en el Listín Diario, bajo el título de “Santana: un solo lugar en la historia”, lo siguiente: “Aún hoy, en nuestra época, cuando todos los movimientos políticos tienen caracteres nacionalistas abundan ‘los anexionistas’ que quieren ver a nuestro pueblo convertido en un Estado Libre Asociado, para regocijarse viendo desfilar los infantes de marina estadounidenses, por nuestras calles y avenidas, haciendo pedazos con el taco de sus botas y su rítmicos pasos la soberanía nacional, que tan precariamente mantenemos”. Esa es, en el orden histórico, la verdad incuestionable.

El Nacional

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