Opinión

Cronopiando

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A riesgo de que me tomen por ingenuo, la verdad es que creía que científicos e investigadores, inmunes a los tiempos que corren, mantenían su imprescindible independencia, sus personales criterios, y decepciona comprobar que no es así. Ellos tampoco están al margen de los mercuriales intereses que regulan nuestras vidas y miserias. Al igual que los políticos y las putas, se deben a quien les paga y sólo enseñan lo que se les pida.

Un equipo de pediatras del Instituto de Sanidad Infantil del University College London (UCL) según informa la revista British Medical Journal, ha llegado a la conclusión de que a partir de los cuatro meses es preferible alimentar a los bebés con papillas, por la falta de hierro y las alergias a las que, aseguran, los expone la leche materna.

Ignoro quién pueda estar subvencionando ese instituto pero no descartaría alguna relación entre los resultados de su estudio y la casa patrocinadora.

Plantear que una papilla resulte más nutritiva que la leche materna es tan absurdo como creer más conveniente orinar por las orejas.

Y que conste que no pretendo poner en tela de juicio el poder nutritivo de una buena papilla, ni el sabor de un marmitako, como no repruebo la ensalada de langosta, el cocido de garbanzos o los callos, así sean madrileños, pero un bebé todo lo que necesita es leche, y la mejor leche es la natural, la de su madre, porque contiene todos los nutrientes que el bebé necesita, porque los dispone a la temperatura adecuada, los suministra por la vía más tierna y los soporta en el más entrañable pecho. Y además ofrece el servicio las 24 horas y es absolutamente gratis.

Así que si usted puede amamantar a su bebé porque ninguna causa de fuerza mayor se lo impide, si su religión no se lo censura ni su gobierno se lo prohíbe, aún cuando lo hagan, repita conmigo: “Madre nuestra que nos das el seno, santificada sea tu obra, venga a nosotros tu leche y hágase la nutrición tanto de un pecho como del otro, la leche nuestra de cada día dánosla hoy, y no compres sus sucedáneo s así como nosotros tampoco los reclamamos, que no hay nada más sano que el pezón, más líbranos del mal…  (Aquí va nombre de compañía lechera).

El Nacional

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