Opinión

Cronopiando

Cronopiando

Rafael Barrett
Español de nacimiento, paraguayo de corazón, de este extraordinario escritor, muerto en 1910, cuando apenas contaba con 34 años, y abuelo de  la combatiente por la libertad Soledad Barrett, traigo a la columna un hermoso relato que me mandó una amiga lectora.

“Mientras no poseí más que mi catre y mis libros, fui feliz.  Ahora poseo nueve gallinas y un gallo y mi alma está perturbada….La propiedad me ha hecho cruel. 

Siempre que compraba una gallina la ataba dos días a un árbol para imponerle mi domicilio, destruyendo en su memoria frágil el amor a su antigua residencia.  Remendé el cerco de mi patio, con el fin de evitar la evasión de mis aves, y la invasión de zorros de cuatro y de dos pies.  Me aislé, fortifiqué la frontera, tracé una línea diabólica entre mi prójimo y yo.  

Dividí la humanidad en dos categorías: yo dueño de mis gallinas y los demás que podían quitármelas.  Definí el delito.  El mundo se llenó para mí de presuntos ladrones y, por primera vez, lancé del otro lado del cerco una mirada hostil……

Mi gallo era demasiado joven.  El gallo del vecino saltó la cerca y se puso a hacer la corte a mis gallinas y amargar la existencia de mi gallo.  Despedí a pedradas al intruso, pero saltaban el cerco y aovaron en casa del vecino.  Reclamé los huevos, y mi vecino me aborreció.  Desde entonces vi su cara sobre el cerco, su mirada inquisidora y hostil, idéntica a la mía.  Sus pollos pasaban el cerco, y devoraban el maíz mojado que consagraba a los míos.  Los pollos ajenos me parecían criminales.  Los perseguí y, cegado por la rabia, maté uno.  El vecino atribuyó una importancia enorme al atentado.  No quiso aceptar una indemnización pecuniaria.  Retiró gravemente el cadáver de su pollo y, en lugar de comérselo, se lo mostró a sus amigos, con lo cual empezó a circular por el pueblo la leyenda de mi brutalidad imperialista. 

Tuve que reforzar el cerco, aumentar la vigilancia, elevar en una palabra mi presupuesto de guerra.  El vecino dispone de un perro dispuesto a todo: yo pienso adquirir un revólver. ….¿Donde está mi vieja tranquilidad?  Estoy envenenado por el odio.  El espíritu del mal se ha apoderado de mi. Antes era un hombre.  Ahora soy un propietario”.

El Nacional

La Voz de Todos