Opinión

Cuando los peledeístas llegaron

Cuando los peledeístas llegaron

Martin Neomóller, alemán, militar durante la Primera Guerra Mundial, luego se hizo protestante luterano. Estuvo en los campos de concentración Nazi desde 1938 hasta 1945, a pesar de haber cumplido una condena mínima que la Gestapo no compartió y lo apresó de nuevo. En principio creyó en Hitler que le prometió no perseguir ni matar religiosos ni judíos. (Por orden de Hitler fueron asesinados de manera brutal e inhumana 17 millones de judíos, 8 millones de polacos y más de 15 millones de disidentes políticos).

Este alemán protestante escribió un poema que le ha dado la vuelta al mundo, que hoy quiero reproducir. Se llama “Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas”. Dice: “Cuando los nazis vinieron a llevarse a los comunistas, guardé silencio, porque yo no era comunista. Cuando encarcelaron a los socialdemócratas, guardé silencio, porque yo no era socialdemócrata, Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas, no protesté, porque yo no era sindicalista,

Cuando vinieron a llevarse a los judíos, no protesté, porque yo no era judío, Cuando vinieron a buscarme, no había nadie más que pudiera protestar.”

No hay ningún paralelismo histórico entre la Alemania Nazi de 1939 a 1945, con la República Dominicana de comienzo de este siglo porque aquella es la historia del holocausto, del salvajismo, de lo impensable, de los hornos humanos. La nuestra es otra historia, menos dramática y menos brutal, pero igualmente singular.

Cuando llegaron los peledeístas con una mano delante y otra detrás, sin un centavo en los bolsillos, prometieron resolver el problema eléctrico en tres meses, dotar de agua potable a todo el pueblo en tiempo récord, erradicar la corrupción, respetar las instituciones públicas y privadas, acabar con la pobreza, la falta de vivienda, de educación, etc. Socialismo puro. “Servir al partido para servir al pueblo”.

Cuando llegaron los peledeístas, que le cogieron el gusto al poder y al dinero fácil, se olvidaron de todas sus promesas y comenzaron a hacer todo lo que dieron no harían. Compraron elecciones, degradaron a jueces, congresistas, abogados, periodistas, partidos políticos, dirigentes sindicales, etc.

Cuando llegaron los peledeístas nadie podía pensar que harían algo tan indignante como lo que hicieron en la Junta Central Electoral y en el Tribunal Superior Electoral para favorecer a Miguel Vargas en todos sus desmanes en contra de las leyes y de la democracia.

Hoy todos los poderes del Estado, incluyendo los fácticos, están en manos de los peledeístas. Nada se mueve sin que ellos lo autoricen o lo permitan. En este país hay razones demás para la desobediencia civil, pero los peledeístas lo tienen todo controlado a base de dinero y de intercambios de disparos.

 

El Nacional

La Voz de Todos