Finalicé la tercera entrega de esta serie advirtiendo que los estrategas del PPH, al sentirse perdidos, querrían trancar el juego haciendo diabluras. Después de escribirlo vino la denuncia de Wilton Guerrero.
En estas elecciones, al PRD le hicieron hace rato Capú (cuando en el juego de bellugas, como les decimos a las bolas en Santiago, los que estaban perdiendo, se encimaban al ron, tomándolas para de inmediato salir corriendo con ellas, adueñándose de las mismas).
No tienen vuelta floja, y lo grande es que fue legalmente, en el terreno donde los invitaron a competir con unas reglas que aceptaron y ahora quieren ignorar, y por eso van a tratar de romper el juego. Buscan que no haya elecciones.
De ahí el lío con la regidora de Bonao, la agresión a la marcha donde iba El Mesías, y las declaraciones intimidatorias del guapo de Candelier, el mismo al que le regalaron una Villa en La Romana.
Esas reglas no escritas, que permiten ese fraude intangible de la compra masiva de votos, las que los ideólogos del PPH creyeron salvarían y hoy se sienten atrapados.
Nunca olvido, y ya la he citado otras veces, una anécdota que publicara Bonaparte Gautreaux Piñeyro, acontecida en un intercambio de béisbol en el que participaba, decía que él dio un batazo enorme, volando una mata de anacahuita, que hubiera sido jonrón en cualquier estadio del mundo, pero el árbitro le pidió detenerse en segunda, porque Si la sacan por ahí solo es doble.
Esas son las reglas del terreno, muy distantes de las oficiales, y fueron las que subestimaron los del PPH.
Con el agua al cuello, han de buscar la manera de hacer Capú, con la desventaja de que el fuerte es el otro.
No les dio el tiempo para ablandar habichuelas.
Evitemos desgracias.
Que se juegue con las reglas establecidas. Va a ganar el menos malo de los dos.
Las cosas serán diferentes para cuando sea presidente.