Opinión

CUANDO SEA PRESIDENTE

CUANDO SEA PRESIDENTE

El pasado domingo despedimos, de esta vida en la que aún estoy, a mi maestro, y de otros miles, Guarocuya Batista del Villar. El ya no estará para permitirnos beber de esa fuente inagotable que era su intelecto.

Difícilmente la generación de profesionales de la salud a que pertenezco (todos: médicos, enfermeras, odontólogos, bioanalistas…), y la anterior a nosotros, no hayan sido rociadas con la savia del saber de este ser excepcional que supo acompañar sus altas dotes científicas y sus conocimientos de la cardiología, con un ejercicio social digno, humano, progresista.

A “Guaro” nos lo quisieron robar, por su brillantez, franceses, norteamericanos y españoles; pero siempre prefirió su tierra. No fue mezquino con lo que sabía, y se entregó por entero a la formación de la primera generación de cardiólogos.

Tuve el honor de ser su alumno y que luego me distinguiera con su amistad. Hace unos 15 años, lo entrevisté para la revista “Salud al día” que hiciéramos en este periódico, la que espero publicar ampliada en un libro junto a otras nueve figuras estelares de la medicina dominicana y del continente.

Aún tengo presente una anécdota que nos hiciera, a los estudiantes de la cátedra de Guarocuya del Moscoso Puello, allá por el año 1979, uno de sus profesores asistentes: el doctor Calero, quien nos pidió auscultáramos un paciente que tenía un soplo en el corazón. Todos los estudiantes lo intentamos, pero ninguno lo encontramos. El doctor Calero lo logró y nos permitió oírlo, diciéndonos que ese soplo que nosotros no encontramos, y que a él le resultó un tanto difícil hallar, Guarocuya lo hubiera oído tan solo pasando por la puerta de la sala donde estaba el paciente.

Paz a sus restos. Traté un par de temas con el ministro de Salud, pero debí posponer, por lo de Guaro, su comentario para la próxima de “Cuando sea presidente”.

PD. Al entregar este trabajo nos enteramos de la muerte de un coronel de la Policía en la UASD. ¡Oh Dios!

El Nacional

La Voz de Todos